lunes, 25 de enero de 2010

TEO PALACIOS, un escritor con futuro



¿Qué es lo que sabemos de los espartanos? Por mi parte siempre utilicé el adjetivo para referirme a un personaje o a un entorno sobrio, austero, severo. También me viene a la mente la visión de fuerza y coraje.

Hoy vamos a sondear en la obra de una joven promesa: TeoPalacios, un escritor conocido por muchos de ustedes por sus artículos referentes al mundo editorial y literario, y últimamente, por la publicación de su obra Hijos de Heracles: el nacimiento de Esparta, una novela espectacular, de la cual adelanto la contraportada:

La muerte del rey Teleclo, durante un festival en honor de Ártemis, desencadenó en el 735 a.C. una oleada de guerras devastadoras entre Mesenia y Esparta que se prolongaría durante casi ochenta años.

Esparta inició entonces una etapa de esplendor social y cultural que la llevó a ser una de las ciudades más respetadas y temidas de su tiempo. Sin embargo, durante los reinados de Teopompo y Anaxándridas, mientras entre los habitantes de la polis se suceden las rebeliones y la familia real se desmorona trágicamente, el pueblo espartano se transformará, pasando a estar dominado por la formación militar, la austeridad y la dureza, de tal modo que incluso en nuestros días sigue siendo un referente.
En una espectacular novela que equilibra con extraordinaria solidez el fresco histórico, el relato de intrigas palaciegas y la novela de ideas, Teo Palacios nos ofrece una obra estremecedora en la que narra de modo magistral desde las batallas más multitudinarias a las escenas más intimistas, desde las luchas encarnizadas hasta los refinados debates de ideas, y todo ello en una prosa que brilla por su poderosa capacidad evocadora.

Por fin, la novela definitiva sobre una cultura fascinante.

La portada hace honor al texto y al contenido, y Teo Palacios nos hablará de los entretelones de ella y también un poco de sí mismo.

BM: Empezaste a escribir relativamente hace poco tiempo, Teo, ¿qué fue lo que te impulsó a hacerlo?

TP: Efectivamente, empecé a tomarme en serio el tema de escribir hace escasamente tres años. Sin embargo, escribo desde muy pequeño y sin duda eso se debe a que disfruto enormemente con la lectura. Yo no lo recuerdo, pero mi madre cuenta una anécdota: al parecer, un día, cuando yo tenía unos 4 años, me encontraba leyendo unos tebeos en casa de mi vecina. Puesto que ella no creía que realmente supiera leer y pensaba que en realidad me inventaba los diálogos, cogió un libro y me lo dio para ver si era capaz de leerlo. Cuando descubrió que realmente sí leía se quedó perpleja. Cuento esto como una muestra de la fascinación que en mí provoca la lectura. Poco tiempo después era yo mismo quien escribía cuentos e historias.

Fue sin embargo mucho más tarde, en 1993, cuando mi pasión por la escritura dio un salto importante. En esa época leí El Señor de los Anillos y me fascinó, me maravilló que alguien pudiera crear un mundo completamente nuevo de la nada, y eso hizo crecer en mí el deseo de escribir. Me puse enseguida a dar forma a una novela, pero cuando ya tenía cuatro capítulos terminados, me entró un miedo terrible. Aquello exigía una dedicación tremenda: la búsqueda de información, por ejemplo, era complicadísima, pues entonces no había internet ni nada que se le pareciera, y yo quería crear un mundo nuevo, pero que fuera creíble. No se trataba entonces de escribir por escribir. De modo que, ante semejantes dificultades, aparqué el proyecto.
Sin embargo, en 2007 se dieron una serie de circunstancias personales que me permitieron retomar aquel antiguo sueño. Le dediqué cerca de 8 horas diarias, y terminé de escribir aquella novela en tres meses. Desde entonces, no he dejado de escribir.

BM: Tu blog se llama Fantástica Literatura. Cualquiera pensaría que tu literatura trata de novelas referentes a los reinos mágicos o fantásticos, tan interesantes y actuales, ¿cómo fue que se te ocurrió escribir una novela ambientada en el siglo VII a. C., sobre todo, con unos datos tan rigurosamente históricos?

TP: Como digo, empecé escribiendo novelas de fantasía épica, al más puro estilo Tolkien. Así que me pareció un juego de palabras divertido utilizar ese título para mi blog. Porque, además, la literatura es algo fantástico, un recurso que nos permite, desde nuestro sillón favorito o el lugar más incómodo de la Tierra, visitar mundos y lugares completamente nuevos.
La creación de Hijos de Heracles: el nacimiento de Esparta, tuvo su origen como una historia en la que dos hermanos se enfrentarían por distintos motivos. Me pareció interesante colocarlos en un ambiente duro y austero, y comencé a leer sobre el modo de vivir de los espartanos. Tanto me influyó esa investigación que, cuando comencé a escribir la historia que tenía en mente, todo aquello tenía un olor a novela histórica inconfundible, pese a que no fuera esa la intención original. Fue un buen amigo y gran escritor, Leonardo Ropero, quien me animó a dejar atrás mis miedos y lanzarme a escribir la novela histórica que palpitaba detrás de aquel primer borrador. Busqué entonces un periodo histórico que me permitiera poner en pie la historia que quería contar y me encontré con un telón de fondo maravilloso y, por lo que he podido saber después, prácticamente inédito en la novela histórica.
En cuanto al rigor, creo que en todo tipo de novela, sea del género que sea, hay que ser lo más coherente posible. Hay novelas históricas que contienen graves errores. He procurado ser tan fiel a la historia como me ha sido posible. Con todo, el lector que conozca la historia de Esparta es posible que encuentre algunas ideas que no concuerdan con lo que normalmente se acepta sobre esa Polis. Eso se debe a que no sigo la línea “oficial”, sino que me he permitido jugar con algunas tesis que reputados especialistas han puesto sobre la mesa. En la página web que se ha puesto en marcha sobre la novela se pueden encontrar algunas de esas cuestiones históricas y su explicación.

BM: Teo, por lo que he indagado, fueron más de dieciséis libros entre clásicos y contemporáneos, y seis artículos de diferentes publicaciones y revistas las que sirvieron para documentarte al escribir Hijos de Heracles. ¿Cuánto tiempo llevó culminar tu novela, y cuáles fueron los pasos que seguiste hasta la versión definitiva?

TP: En realidad, los títulos que usé para la investigación de la novela fueron un total de 30, entre libros y artículos, sin incluir cientos de horas de búsqueda en internet y la gran cantidad de datos que obtuve gracias a ello.
Desde el momento en que comencé a trabajar en la idea original hasta que terminé de escribirla, pasó exactamente un año: de marzo de 2007 a marzo de 2008. Tal como explicaba, el primer borrador no era una novela histórica. Cuando tenía 8 capítulos completos tuve que reescribirlos para adaptarlos al contexto histórico, lo que me llevó una semana a tiempo completo, dedicándole más de 10 horas al día. A partir de ahí todo fue mucho más fluido, a pesar de que me encontré con algunas dificultades para conseguir la documentación que precisaba en determinados momentos.

BM: Cuéntanos tu acercamiento con el profesor César Fornis, doctorado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, poseedor además, de un currículum realmente impresionante.

TP: César Fornis fue un hallazgo maravilloso para mí. El periodo histórico en el que se desarrolla la novela es muy oscuro, se dispone de muy poca información sobre él. De hecho, los especialistas no se ponen de acuerdo en cosas tan básicas como la cronología o la genealogía de las dinastías reales espartanas. Cuando comencé a cambiar el texto original y a escribir la novela histórica final, me encontré con que ni siquiera era capaz de dilucidar con exactitud cuándo sucedían los hechos narrados, pues dependiendo de qué libro leyera, me daban una fecha u otra completamente distinta. Y hablo de diferencias que, en ocasiones, superaban los cien años. Uno de los libros que había leído para buscar información sobre el modo de vida espartano era una maravillosa monografía sobre Esparta titulada Esparta: Historia, Sociedad y Cultura de un mito historiográfico, que había escrito el profesor Fornis, especialista en historia antigua de Grecia. Vencí entonces mis temores, pues me daba bastante reparo pedir su ayuda. Al fin y al cabo, no soy más que un autor desconocido. Sin embargo, su amabilidad quedó patente desde el principio. No tardó ni una hora en contestar a mi primer e-mail, y a lo largo de varios meses contestó con gran interés y cortesía todo aquello que le pregunté. Llegó un momento en que me dijo: para contestar a esto que me preguntas, debería iniciar una investigación que podría llevar meses, pues no hay ninguna información al respecto. En ese momento me di cuenta de que no podía avanzar más en mi investigación y me dediqué, por completo, a escribir la novela. Al profesor Fornis, y a algunas otras personas más que me ayudaron con la investigación y otros aspectos, le estoy enormemente agradecido.

BM: ¿Qué piensas de la eutanasia que los espartanos practicaban? ¿En las investigaciones que hiciste acerca de ellos podrías definir a qué raza pertenecían? ¿Crees que pudieran ser los precursores del racismo?

TP: Los espartanos arrojaban desde un barranco del monte Taigeto, que domina el valle en el que se alza la ciudad, a todos aquellos recién nacidos que mostraran alguna deformidad. Es una costumbre que cualquier mente moderna considerará una auténtica aberración. A mí, lo que más me sorprende es que todo un pueblo acepte adoptar algo tan antinatural como dar muerte a tu propio hijo. Sin embargo, es un simple ejemplo del modo de pensar y entender la vida de aquella gente. Para ellos, el servicio a su ciudad era lo más importante: los niños eran arrancados de su hogar con sólo siete años para emprender un aprendizaje durísimo y terrible, los jóvenes sufrían flagelaciones por la menor falta, como el hecho de hablar sin haber sido invitados a hacerlo por una persona mayor, y mil detalles más. Todas estas cosas serían en una sociedad moderna algo impensable. Pero ellos entendían que era el único modo en el que podían subsistir a sus enemigos, y si un hijo deforme no podía ser útil a su ciudad en ese sentido, su manutención y cuidados era algo que la ciudad no podía permitirse.

Sobre el origen de los espartanos, como con tantas otras cuestiones relacionadas con esta Polis, hay varias posibilidades. De cualquier modo, se sabe que los habitantes originales del valle del Eurotas eran aqueos. Las fechas no se conocen con exactitud y hay grandes diferencias dependiendo de a quién se consulte, de hasta más de 2 siglos, pero algunos especialistas piensan que, hacia el s. X. a. C., se produjo una invasión del valle en forma de migración por parte de la tribu de los dorios. Esta migración, y sus dificultades, podría ser el eco que dio origen al mito del regreso de los hijos de Heracles al Peloponeso. Según parece, los invasores dorios se fundieron con parte del pueblo aqueo, y de esa unión surgió el núcleo que formarían los ciudadanos espartanos. Y no sólo eso: Esparta estaba gobernada por dos casas reales que compartían el poder, la Agíada y la Euripóntida. Esta diarquía puede ser una evidencia de esa unión, pues ambas casas corresponden a cada uno de esos pueblos. Fue entonces cuando surgieron diferentes poblaciones cerca del río Eurotas. Esparta no era una ciudad en sentido estricto de la palabra. En un principio hubo cuatro aldeas: Pitana, Cinosura, Mesoa y Limnas, que realizaron un pacto de sinecismo, por medio del cual se fundían en una sola identidad política. Tiempo más tarde, el rey Teleclo conquistaría Amiclas, una población situada a unos 5 Kms. más al sur, siguiendo el cauce del río. Si bien la mayoría de los vencidos durante la invasión habían sido expulsados de sus tierras, a los habitantes de Amiclas se les permitió permanecer allí, e incluso unirse al pacto, con lo que Esparta tomó su identidad final.

Hijos de Heracles: el nacimiento de Esparta, tiene su punto de partida poco después de la conquista de Amiclas, cuando Teleclo es asesinado por los mesenios. Se producen a partir de ese momento gran cantidad de cambios políticos y legislativos en Esparta, además de la primera y la segunda guerras mesenias, diversas revueltas entre los ciudadanos espartanos y varias batallas contra mesenios, argivos y otros pueblos. Por aquel entonces, Esparta se estaba convirtiendo aún en la máquina de guerra que hoy conocemos, todavía era débil y sufrió graves derrotas. Todo esto es el telón de fondo de la novela.

Con respecto al racismo que me comentas, en un principio Esparta era una ciudad abierta para todos. De hecho, en sus calles se dio origen a la música moderna o se encontraron grandes genios de la poesía. Y muchos de ellos no habían nacido en Esparta. Pero, con el tiempo, la ciudad se fue cerrando sobre sí misma, alimentándose de su propia idiosincrasia, menospreciando al resto de pueblos, ya fueran griegos o no, e incluso expulsando a los extranjeros de sus calles. Muchos opinan que Esparta es el origen del comunismo, pues se establecieron leyes que delimitaban qué artículos podían encontrarse en una casa y cuáles no, e incluso se prohibía que las ropas mostraran diferencias entre los ciudadanos. También hay quien dice que el nacionalsocialismo tuvo su origen en Esparta, y de ahí a decir que el racismo surgió entre sus calles hay sólo un paso. En mi opinión, racismo ha existido siempre a lo largo de la humanidad. Siempre que un pueblo ha intentado sojuzgar a otro por considerarlo inferior, se ha dado un ejemplo de racismo. Es una de las tristes realidades de la historia del ser humano.

BM: El enfrentamiento de hermanos cuando se trata de la lucha por el poder, es un tema atractivo, ¿podrías describirnos físicamente a Arquidamo y a Anaxándridas?

TP: En la novela hay muy poca descripción, ya sea de lugares o personas, aunque creo que no es algo que se eche en falta. Además, no es por casualidad… De la Esparta arcaica no queda ni un solo edificio en pie, de modo que no podemos saber con detalle cómo eran sus casas, ni sus edificios comunes. En cuanto a las descripciones físicas de los personajes, pienso que más importante que su aspecto físico es su personalidad. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que las descripciones físicas de los personajes de mis historias son muy vagas en general. De cualquier modo, los espartanos, al igual que los griegos de su tiempo, eran personas de estatura algo menor a la actual. Al parecer, rondaban 1,60 mts. de altura. Los que ya habían superado la Agogè, el sistema de educación espartano, se dejaban el pelo largo, lo que los identificaba como hombres libres en la ciudad. Las mujeres, los niños y los jóvenes llevaban el pelo muy corto. Además, los hombres llevaban barba, aunque no bigote. Los niños solían estar delgados, muy fibrosos, consecuencia de la escasa dieta y la dureza de su entrenamiento. Los adultos, por el contrario, debían ser muy fuertes, pues el equipamiento del hoplita (escudo, casco, grebas, espada y lanza) pesaba un buen puñado de kilos y los espartanos eran especialmente hábiles en su uso.

BM: Supongo que se te debe haber pasado por la cabeza la idea de que Hijos de Heracles se vería espléndida en la pantalla grande, de ser así, ¿qué actores escogerías como los personajes principales?

TP: ¡Por supuesto que uno piensa en esas cosas! La imaginación de un escritor es capaz de volar demasiado alta, y uno de los grandes sueños de casi todos los escritores es que su obra sea llevada al cine por un genio como George Lucas, Peter Jackson o Steven Spielberg. ¿Cuál sería el reparto ideal? Pues no soy el más indicado para decirlo, claro, pero así, de primeras, creo que Christian Bale sería un Arquidamo estupendo. Para Teopompo, Robert De Niro sería ideal. Con Anaxándridas no lo tengo tan claro… tal vez Viggo Mortenssen. Con Tira no tengo dudas: Angelina Jollie. Por supuesto, sería imposible hacer una película con estos actores. ¡Sólo sus sueldos harían inviable el proyecto!

BM: Dime, Teo, ¿Qué piensas de la literatura actual? Hablo de la que forma parte de la biblioteca del lector promedio, que es el que compra libros.

TP: Creo que el lector dispone hoy de una oferta cultural como nunca antes se había dado. Esto habla bien de la salud del mundo editorial, especialmente para los escritores. Sólo en España se publican más de 80000 libros al año, y eso hace pensar que, para el escritor, nunca hubo más facilidades que en la actualidad para publicar. Por supuesto, esto tiene una parte negativa, y es que hay muchos libros que tienen poca calidad y sin embargo son publicados, mientras que otros, que sí merecerían un esfuerzo por parte de las editoriales, pasan desapercibidos ante semejante catarata de títulos.
Todo esto, desde luego, le preocupa poco al lector, pues la cantidad de títulos a su alcance en cualquier librería es tan amplia, que será muy difícil que no encuentre algo que le pueda interesar.

BM: ¿Piensas que la literatura se ha prostituido, como opinan algunos?

TP: No, en absoluto. Lo que ocurre es que hay mucha gente que no entiende, o no quiere entender, que la literatura, más allá de tener una vertiente cultural, es un negocio y, como tal, debe rendir beneficios a los empresarios. De modo que es lógico que las editoriales busquen títulos que puedan arrojar dividendos. El escritor que quiere ser publicado debe ser consciente de ello para escribir historias que las editoriales entiendan que tienen una salida comercial. Esto no significa que tengamos que renunciar a escribir lo que queramos. Todo escritor tiene, en cualquier momento, varias historias que podría ponerse a escribir porque le apetece escribirlas, porque le parece que merecen ser contadas. Se trata, entonces, de elegir la que pueda ser más interesante para una editorial.
Además, aquí entra la eterna pregunta: ¿se escribe para uno mismo o para ser leído? Yo soy de la opinión de que todo escritor es un ser egocéntrico, que necesita que otro valore su trabajo, para bien o para mal, sin importar si es un escritor profesional o está empezando a escribir sus primeros textos. Es decir, uno siempre escribe una historia que le interesa contar, pero lo hace para que otro la lea y la valore. Por tanto, haría bien en preguntarse qué quiere leer la gente si desea ser leído con interés.

BM: ¿Crees que los best sellers son producto del mercadeo, o de la calidad de la novela?

TP: Depende del Best Seller en cuestión. Hace unos años, hablando con un editor, me explicó que si se lanza una tirada de unos 7000 ejemplares, la novela se venderá bien, por el simple hecho de que se ve en todas partes. Desde luego, hay novelas que son escritas para ser un best seller y su lanzamiento está estudiando para potenciar su venta. Sin embargo, hay novelas que se convierten en líder de ventas sin que nadie sepa muy bien por qué ha sucedido. Un ejemplo es el de Dan Brown y El Código Da Vinci, o el último fenómeno de Stieg Larsson. Otros casos son los de La Sombra del Viento, El Mapa del Tiempo o La Catedral del Mar. Y es maravilloso que sucedan estas cosas, porque significa que a cualquiera le puede suceder algo así. Si se trabaja con amor, con pasión, si se pone todo lo que se tiene en el empeño, tal vez, un día nos tocará a nosotros. Y si no es así, no importa. El siguiente libro habrá que escribirlo con la misma pasión, con el mismo deseo. Es el único modo de disfrutar de este trabajo.

BM: ¿Cuáles son tus primeras impresiones al ver que tu novela ya es un hecho consumado? Te adelanto que me parece que la portada es preciosa, y tu nombre escrito en letras grandes indica que la editorial tiene mucha fe en tu trabajo.

TP: El aspecto del libro no podría ser mejor. La editorial ha trabajado con muchas ganas en lanzar la novela con una calidad impresionante. Cuando vi la portada que ilustra la novela, me quedé sin palabras. El “vestido” que le han preparado es realmente increíble. La ilustración, además, refleja con gran maestría el espíritu de la novela, mostrándonos un aspecto muy sobrio y austero, muy inquietante y amenazador. Pero, a la vez, tiene otras connotaciones, como esa salida del sol a la espalda del guerrero que es una alegoría preciosa del nacimiento del guerrero hoplita, la imagen más conocida, con diferencia, de Esparta. El interior está igualmente bien tratado, con una letra muy cómoda de leer, amplios márgenes y una maquetación y tipografía maravillosas.
Pero, además, hay un aspecto que es para todo autor que empieza algo especialmente simbólico. En la actualidad, las editoriales intentan recortar todo gasto superfluo. Debido a ello, las pastas de los libros han evolucionado y la mayoría de ellas han dejado de lado la tapa dura, el símbolo por excelencia de la novela. Hijos de Heracles sí está editada en tapa dura con sobrecubierta. Y, sinceramente, es una auténtica gozada, por lo que implica de la calidad de su edición.
En cuanto a lo que dices sobre el tamaño de mi nombre, te cuento una anécdota. Soy el menor de cuatro hermanos. Alguno de ellos tienen un sentido del ridículo muy acusado. Cuando uno de estos vio la portada, lo primero que me dijo fue: “Tu nombre es más grande que el título… ¿no está demasiado grande?” Para un autor, es muy importante que su nombre sea bien visible en la cubierta de un libro, ¡piensen lo que piensen sus hermanos y por más que uno los quiera!

BM: ¿Cuánto tiempo transcurrió desde que empezaste a escribir la novela hasta su publicación? Es un dato que podría interesar a muchos escritores que desean publicar.

TP: La publicación de esta obra ha sido algo bastante rápido. No he tenido que esperar demasiado. Terminé de escribir el texto de la novela en marzo de 2008. Luego vinieron algunas correcciones. Mis correcciones, normalmente, no implican cambios en el contenido de la novela. No altero aspectos de la trama, ni de los personajes, etc. Son más bien detalles de tipografía, de gramática, y cosas así. En abril de 2008 comenzó a representarme la agencia de Sandra Bruna. Les remití la novela justo antes de las vacaciones de verano de aquel año. Un par de meses después, en septiembre, desde la agencia me indicaron que la novela les había gustado mucho y que empezaban a moverla de inmediato. Para noviembre de 2008, Edhasa ya indicó que quería adquirir los derechos de publicación. Un mes después firmé el contrato y ha pasado justo un año desde entonces hasta que ha visto la luz. No es un periodo excesivo. Normalmente, las editoriales se reservan unos 18 meses, o incluso más, para lanzar una nueva novela y, realmente, el plazo de tiempo que transcurrió desde que terminé de escribir hasta que una editorial se interesó por la novela, fue realmente muy corto.

BM: Sé que impartes cursos y talleres de creación literaria, y se nota en cada entrada que subes a tu blog. Como autor publicado, ¿te gustaría dirigirte a los escritores que esperan por una editorial para cumplir con sus sueños?

TP: No es mucho lo que yo puedo decir. Sólo estoy un escalón más alto que ellos. Lo que sí creo es que uno debe estar convencido de que su historia merece la pena ser contada. Y, después, asegurarse de que el texto esté realmente pulido, libre de todos los errores posibles. He tenido oportunidad de comprobar algunos textos que se envían a distintas editoriales y es increíble observar el pésimo estado de algunos de ellos. Todo texto que no esté bien trabajado, que presente abundantes fallos de redacción, etc, será descartado de inmediato por cualquier editorial medianamente seria. Merece la pena dedicar un mes más, seis meses más, a corregir nuestra novela antes de aventurarnos a ser rechazados por no cuidar con atención la presentación de nuestro trabajo.
Además, uno no puede desesperarse. Y esto es realmente difícil. Las editoriales están saturadas de trabajo y suelen tardar meses, muchos meses, en dar una contestación. Algunas, ni siquiera contestan. Conozco el caso de una amiga que le contestaron afirmativamente al cabo de un año. En ese plazo de tiempo, ya había conseguido un agente que la representara e incluso vender su novela a otra editorial. Pero lo peor viene cuando la editorial dice que sí, que quiere publicar la novela. Esos meses, ese año que pasa hasta que finalmente ve la luz, es lo peor con diferencia. Y ahí no se puede hacer nada porque los plazos de trabajo los tiene que marcar, lógicamente, la editorial. O tal vez sí podemos hacer algo: dedicarnos a trabajar en una nueva historia. Es el único medio de suavizar la ansiedad.

BM: ¿Cuál es el próximo proyecto? ¿Tienes alguna novela en el horno?

TP: Actualmente tengo tres novelas escritas, además de Hijos de Heracles. Ya estoy empezando a trabajar con la agencia en una de ellas, otra la acaba de recibir una editorial que está muy interesada en publicarla y espero un informe de lectura sobre la tercera. Estoy empezando a documentarme para una nueva novela, que estará ambientada en el siglo XI y que será, evidentemente, una novela histórica.

BM: ¿Qué podrías decir de tu relación con la Agencia Sandra Bruna?

TP: Disponer de una agencia literaria es algo que recomiendo vivamente a todo autor. El mundo editorial es algo muy extraño, que se mueve a través de unos términos que el escritor que empieza desconoce por completo. De ahí que la figura del agente sea casi imprescindible. En mi caso, siempre quise que fuera Sandra Bruna quien me representara. Su reputación es muy buena y se trata de una agencia en claro crecimiento. De modo que cuando aceptó representarme fue el primer síntoma de que caminaba en la dirección correcta. La relación con la agencia es muy similar a la que existe con las editoriales. No en vano las agencias están adoptando parte de los roles que tradicionalmente les correspondía al editor. Sin embargo, hay una cercanía maravillosa, una cordialidad y una franqueza en la comunicación que se agradece muchísimo. Además, tengo una conexión muy positiva con mi enlace en la agencia. La verdad es que gran parte de lo bueno que pueda sucederme a nivel literario se lo deberé a Sandra Bruna, que en su momento confió en mi trabajo.

BM: ¿Y con la editorial Edhasa?

TP: La relación con Edhasa ha sido de lo más exigente. Es una editorial con una rigurosidad inmensa, con una gran reputación, y por ello cuida al máximo sus productos. En la primera comunicación que tuve con mi editora, me pasó un listado de dieciséis cuestiones que podían pasar por errores históricos y que exigían una aclaración. Me llevó cuatro horas contestar a todas ellas. Cuando leyeron las explicaciones, no sólo aceptaron lo que les indicaba, sino que además me comentaron que ese punto de vista novedoso podría ser muy interesante para el lector. Es un simple ejemplo. La búsqueda de la calidad en Edhasa es casi obsesiva, entendiéndose el adjetivo desde el mejor punto de vista, desde luego. El proceso de corrección fue interesantísimo y he aprendido mucho con él. He tenido la enorme suerte de comenzar mi carrera literaria rodeado de grandes profesionales, como Josep Mengual, el jefe de redacción de Edhasa, que insistió mil veces en algunos aspectos de la novela. Gracias a su empeño, y al del resto del equipo, el resultado creo que no dejará a nadie indiferente. Ha sido muy gratificante trabajar con ellos y estoy deseando poder volver a hacerlo.

BM: Teo, te agradezco que hayas accedido a esta entrevista. Quise adelantarme, pues sé que después será difícil tener acceso a ti.

TP: En absoluto, Blanca. No creo que llegue la sangre al río, como decimos por aquí. Y, para los amigos, uno siempre tiene que encontrar hueco y pasar tiempo con ellos, aunque sea a distancia. Los éxitos nunca se disfrutan igual si no tienes a nadie con quien compartirlos. Muchas gracias a ti, por tu interés y por todos tus buenos deseos.

BM: Te deseo mucho éxito en ésta y en tus próximas novelas, Teo, espero que nos mantengamos en contacto. ¡Muchas gracias!

Teo Palacios nació en la ciudad de Dos Hermanas, Sevilla, en 1970. Comenzó a escribir en el 2007, y desde el 2008 lo representa la Agencia Literaria Sandra Bruna. Su primera novela Hijos de Heracles: El nacimiento de Esparta, será publicada en enero del 2010.
Forma parte del comité organizador de las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, evento que año tras año está alcanzando un amplio reconocimiento literario, y que reúne a grandes autores del panorama nacional.
Colabora como entrevistador y articulista con varias revistas: Cambio16, Cuadernos para el Diálogo y otras.
Además, imparte cursos y talleres de creación literaria en la
Universidad Popular de Dos Hermanas y en el Ateneo Andaluz

viernes, 22 de enero de 2010

Un analísis a El legado, por Esther, de Prosófagos

No he resistido la tentación de hacer esta entrada con un análisis de la novela que hizo Esther González, del foro Prosófagos, pues se acerca mucho a lo que yo tuve en mente respecto de la creación y la trama de El legado:

Una de las cuestiones que más me interesan de una novela puede formularse como pregunta: ¿Cuál es la humanidad del relato?

En el caso de El Legado no vacilo en la respuesta: es la historia de un hombre condenado a arrastrar la cruz de su culpa hasta el fin de sus días. Hanussen es, en definitiva, una persona como cualquier otra: llevado por sus ambiciones, se engaña a sí mismo, se autojustifica, y no ve el abismo hasta caer en él. De allí en más toda su vida es solo una cosa: tratar de expiar esa culpa intentando impedir que el daño se propage.

Pero su poder fue mayor que el del común de la gente y sus ambiciones más extremas que las de la mayoría de las personas; el daño causado, entonces, tiene ribetes apocalípticos. Sus actos no solo afectan a quienes lo rodean —su grupo familiar, amigos, los empleados de su empresa—: devienen en guerra, en muerte, terror. Y justamente por eso es pequeña la posibilidad de que logre revertir las consecuencias nefastas de su ambición, y le exige una tarea hercúlea.

Alrededor de este eje se teje una historia que contiene tanto personajes y hechos de la Historia “grande” (Hitler, la Segunda Guerra), como cotidianos: las relaciones entre las personas, los afectos y traiciones, la familia, las esperanzas y amarguras cotidianas. Las que todos vivimos en la vida diaria. La fusión entre ambos planos está muy bien lograda; el lector pasa sin darse cuenta de uno a otro, una y otra vez. El resultado de esa fusión es que Hitler adquiere características tan humanas como la vacilación, la ignorancia, la confusión. Y, al mismo tiempo, la vida familiar de la descendencia de Hanussen es continuamente invadida por el plano de la gran Historia, la que puede tener efectos sobre toda la Humanidad.

No es una novela histórica; es una ficción construida sobre hechos que la Historia recoge como importantes, y a los que le da una nueva forma, un nuevo sentido, a la luz de esa ficción.

La relación entre el nazismo y el ocultismo está, creo, bastante extendida y debatida, y se ha escrito mucho sobre ella. Digo “creo” porque no es un área de la que sepa mucho. En El Legado esta relación se aprovecha con maestría. ¿Por qué? Porque rescata una idea afianzada en el inconsciente colectivo: el mago, el brujo, la entidad oscura, el hombre de las sombras con poder para manipular a los hombres públicos. Y con ella ofrece una explicación para el ascenso de Hitler que resulta coherente. La calidad de esta explicación radica en que se ha prestado atención a los detalles históricos tanto como a la lógica interna de la “magia” de Hanussen; y eso le otorga verosimilitud. Para mí, como lectora, es un valor fundamental de El Legado: sabiendo que es ficción, me convenció de esa ficción que muestra.

No deseo hablar de situaciones precisas, en honor a quienes aún no la han leído, pero no resisto el comentar que la idea del aprovechamiento de las emociones de la gente —y la forma con que se desarrolla esta idea— me resultó, como clave de la primera parte, fascinante.

Si inicialmente la historia es una historia de hombres, luego se convierte en una historia de mujeres. Son ellas las que, en definitiva, deciden sobre el presente y sobre el futuro. Mujeres fuertes, con capacidad para elegir, para soportar el dolor, para ir en contra de los convencionalismos, para seguir su propio camino, para defenderse a sí mismas y también a quienes aman. Si Hanussen se negó a reconocer que todo poder tiene un precio, ellas —desde Alice hasta Justine— lo saben, lo aceptan. En el fondo, los esfuerzos que hace Hanussen para evitar el desastre final los hace en contra de ellas: es a ellas a las que no puede doblegar, vencer, lograr que hagan aquello que él desea. Él, que dominó a Hitler, que fue artífice de hechos que afectaron a la Humanidad, que maneja un imperio financiero y manipula gente de todas clases sociales en más de un continente, que planifica jugadas de ajedrez a largo plazo… él no puede dominarlas. Quizás porque no quiere: son su familia, y él las ama.

Así, Hanussen, que ejerció un poder que exigía el sacrificio del amor y de la descendencia para existir, termina en manos de Alice y Sofía, justamente porque ellas poseen y ejercen un poder que, para existir, exige la presencia del amor y el amor a la descendencia.

Ambas clases de poder son imágenes especulares entre sí.

Creo que uno de los mejores aspectos de la novela es esto último, porque, en definitiva, Hanussen, Alice, Sofía, Albert, Oliver… quedan presos en su propia condición de seres humanos, y lo que sucede y lo que sucederá no es debido a la magia: ellos sienten y actúan como seres humanos.

La trama de la novela se extiende y entrecruza en diferentes caminos: una ambientación asociada con la descripción de sucesos históricos —el ascenso y caída de Hitler, la aparición del hippismo—; características de novela policial —la muerte de Will, las acciones de Klein—; las luchas individuales de los personajes para hacerse un lugar en el mundo —el taller de costura, los fondos para el Museo, por ejemplo—.

Sin dudas, la estructura de la novela, pensada y ejecutada en forma impecable, hace posible que estos diferentes caminos se incorporen hasta conformar una trama compleja y sólida, que atrae y lleva a leer El Legado en forma casi adictiva hasta la línea final. Valga como ejemplo de la calidad de esta estructura la precisión con que se introducen los personajes secundarios para anudar hilos de la trama. Por ejemplo, Rose aparece como personaje relacionado con la puesta en marcha del proyecto profesional de Alice, pero al mismo tiempo es quien salva la ignorancia de Alice con respecto a los sucesos en Europa (cuestión vital en el desarrollo de la narración); y luego su hija es motivo para que Alice se comunique con su padre, y a su vez ello es motivo para que se introduzca la idea de un laboratorio en manos de Hanussen, el cual a su vez tendrá importancia más tarde…

La prosa, fluida, claramente cuidada para no caer en extremos, y los diálogos, bien armados (hago una mención especial a los diálogos con la niña Sofía), se equilibran entre sí, dándole a la lectura dinamismo e impidiendo que el interés decaiga, cuestión que no es fácil de conseguir en una novela extensa.

Una mención particular sobre la figura de Welldone. Este personaje, envuelto en una nebulosa, siempre presente, nunca terminado de revelar, crea por sí mismo el eje más profundo de la trama. Si la forma de operar de Hanussen sobre Hitler aparece argumentada, descripta a través de técnicas y actos reducibles a tácticas y estrategias, el motivo último de estas acciones no llega a saberse… porque no sabemos quién fue Welldone y qué quería. En esa ignorancia se abre las puertas a reflexiones que quedan pendientes luego de la lectura de la novela. Welldone, que manipula el curso de la Historia como si fuera un dios y a través de una sabiduría que parece ser de un nivel superior, también parece patética y humanamente confuso en sus ideas e intentos. Por eso creo que el primer capítulo es importante: contiene las claves de lo que vendrá después. Welldone parece querer intervenir en el futuro de la Humanidad para bien de ella, a través de otorgarle conocimientos a ciertas personas, conocimientos que las harán poderosas… pero, ¿cómo elige a Hanussen y cómo lo convence de aceptar su oferta? ¡Por su ambición y a través de esa ambición, exacerbándola! En el capítulo 34, Alice le pregunta a John Klein: «¿Cree usted en el destino, John?». Él contesta: «Creo que lo que sucede es el resultado de nuestras acciones, para bien o para mal». Al igual que John, creo que El Legado no habla de la inevitabilidad del Destino, sino más bien de una profecía autocumplida: el poder en manos de la ambición no requiere de influencias astrales para conducir al desastre, porque a su servicio terminará quedando tanto el odio como el amor. Por eso, en sus últimas decisiones, tanto Justine como Oliver sintetizan, en sí mismos, toda la historia previa, y el final de la novela —esperado o no— redondea la historia con precisión de cirujano.

Una novela para leer, disfrutándola como tal, en su historia y en la forma de narrar esa historia.
También una novela para reflexionar.


Esther Gonzalez


martes, 19 de enero de 2010

El símbolo perdido, la saga millonaria

Leí El código Da Vinci, también Ángeles y Demonios, y ahora, siete años después del Código Da Vinci: El símbolo perdido. Confieso que la primera novela me causó una profunda impresión. Sé de muchos detractores de Dan Brown, y a ellos no quiero convencerlos de nada. Simplemente expongo mi opinión. Curiosamente, gran parte salen de las filas de los escritores noveles, según he podido comprobar en la infinidad de comentarios respecto de la obra de Brown; lo acusan principalmente de «pobre estilo literario», «diálogos pésimos», «personajes mal estructurados»… pero nada de esto parece hacer mella en la infinidad de lectores adictos a Dan Brown. Más de ochenta millones de libros vendidos no son una bagatela. Una oportunidad para los escritores que desean publicar, pues cuantos más escritores como él existan, las editoriales se arriesgarán a invertir en futuros escritores estrella. Según dicen: una editorial se sustenta en cuatro o cinco buenos escritores, que son los que financian al resto.

Sus dos primeras novelas ya fueron llevadas al cine y no dudo que igual ocurra con la tercera. Y quiero referirme a esta última que acabo de leer: El símbolo perdido. No hay duda de que Dan Brown se toma el tiempo necesario para documentarse y por supuesto, para escribir sus novelas, se percibe en ellas una ardua labor de investigación. Si con El código Da Vinci se despertó la curiosidad por visitar El Louvre, la pirámide de Cristal, y se iniciaron largos debates acerca de su teoría acerca del matrimonio de Jesús con María Magdalena, con El símbolo perdido veremos con toda seguridad filas de gente tratando de entrar al Capitolio de Washington para extasiarse con la pintura del interior de su cúpula, o visitar el obelisco egipcio más alto del mundo (170 metros) situado en la capital norteamericana, o entrar al Museo Smithsoniano y tratar de descubrir recovecos misteriosos, así como veremos agotarse la venta de lupas para observar con detenimiento los signos masónicos escritos en latín en los billetes de un dólar.

Con esto quiero decir que El símbolo perdido más que una novela de acción —que la hay, y mucha—, es una especie de enciclopedia esotérica, en la que se incluye una ciencia poco conocida como la noética; que no tiene nada que ver con Noé, como pensé al principio; con los rituales de la logia masónica, con la CIA, con la Biblia y con una serie de elementos que a los seguidores de las ciencias ocultas les va a encantar. No relataré ni haré una sinopsis de la novela, que en este momento es fácil encontrar en muchos sitios de Internet, lo que sí puedo decir es que está escrita de una manera cinematográfica; no sé si en este caso sea una cualidad, pero es lo que capté. Vueltas de tuerca que hacen que por momentos me haya sentido engañada como lectora, pero que al final se reivindican con una coherencia que es de agradecer. O tal vez también sea porque después de haber vistos dos películas con sus novelas, reconozca a Tom Hanks en lugar de al profesor Langdon. Sin embargo, me parece, y es una opinión subjetiva, que esta vez a Brown se le pasó la mano con datos, fechas, nombres y claves, en cantidades difíciles de digerir, que hizo que terminase las últimas páginas diciendo aquello que se repite varias veces en la novela: ¡Laus Deo!: ¡Alabado sea Dios!

Copio una pequeña parte de su estilo:

En la sala se hizo el más absoluto silencio. La estudiante de la asociación de mujeres parecía inquieta.
—¿Usted está en un culto?
Langdon asintió y bajó la voz, adoptando un tono conspiratorio.
—No se lo digan a nadie, pero en el día pagano del dios del sol Ra, me arrodillo a los pies de un antiguo instrumento de tortura, y consumo símbolos ritualísticos de sangre y carne.
La clase se mostró horrorizada.
Langdon se encogió de hombros.
—Y si a alguno de ustedes le apetece unirse, el próximo domingo puede venir a la capilla de Harvard, arrodillarse ante el crucifijo y recibir la sagrada comunión.
La clase siguió en silencio.
Langdon les guiñó un ojo.
—Abran sus mentes, amigos míos. Todos tememos lo que no comprendemos.

Lo que no se puede negar es que el estilo de Dan Brown atrapa. Tiene la particularidad de que al mismo tiempo que entretiene, deja la sensación de que se aprende algo, y ésta creo que es la clave de su éxito. Sin embargo, existe en sus novelas algo que pudiera ser discutible: sus finales. No hacen mérito al contenido de sus novelas. Siempre me dejan la sensación de que pudieran ser diferentes, menos simples, o quizá menos convenientes.


Dan Brown (1964- ), nació en Exeter, localidad del estado de New Hampshire (Estados Unidos), y se graduó en la Universidad de Amherst. Antes de comenzar su carrera como novelista, impartió clases de inglés en Exeter.

La fortaleza digital (1996)
Ángeles y demonios, 2000
La conspiración. 2001
El código Da Vinci, 2003
El símbolo perdido, 2010
B. Miosi

lunes, 18 de enero de 2010

¡Por fin! ¡EL LEGADO en Sudamérica!

Queridos amigas y amigos:
Antes de pasar a mi siguiente entrada, quiero darles una noticia que para mí es una noticia bomba:


VICEVERSA me ha informado que mi novela EL LEGADO. LA HIJA DE HITLER se está comercializando en Argentina, Chile y México.

Próximamente saldrá en Venezuela, Perú, Colombia y Ecuador.

Ya se podrán imaginar cómo me ha emocionado la noticia, ¡me parece increíble que yo pueda ver mi novelas en las librerías!

¡Abrazos!

Blanca

miércoles, 13 de enero de 2010

La trilogía Millenium y Mario Vargas Llosa

Y bien, amigos, empezando el año, este día quiero dedicarlo a los diferentes puntos de vista a la hora de leer una novela. Siempre he comparado la lectura de un libro con la apreciación de una pintura. El arte es subjetivo, y es poco probable que dos personas vean lo mismo al mirar un cuadro, pues cada una se dejará llevar por su experiencia, sus recuerdos, sus sabores, sus olores, su forma de ver la vida.

La novela, un género tan apasionante, en el que la mayoría de los escritores dejamos parte de nuestras experiencias; porque es difícil describir sensaciones o sentimientos que no se hayan experimentado, y esto no quiere decir que narremos partes de nuestra existencia, ojo, lo que hacemos es apelar a ese banco de datos que contiene en cantidades prodigiosas nuestro cerebro; la novela, repito, es como una obra de arte. Unos pintan o dibujan, otros escriben. Y el lector, obviamente lee. Al comprar un libro escoge el tema con el que se siente más predispuesto a pasar unos días, o unas horas. Y cuando llega a la última página decidirá si valió o no la pena, y si está dispuesto a leer más obras del mismo autor.

Hace unos días me encontré con la reseña que hace Mario Vargas Llosa a la trilogía Millennium. He leído algunas opiniones, algunas desde un punto de vista técnico, otras, vista de la manera como se manejó la historia, todas válidas, y en la de Vargas Llosa encontré un aspecto muy importante que algunos de nosotros pasamos por alto en nuestro afán de perfeccionismo. Les dejo los extractos que me parecieron más resaltantes:

«Comencé a leer novelas a los 10 años y ahora tengo 73. En todo ese tiempo debo haber leído centenares, acaso millares de novelas, releído un buen número de ellas y algunas, además, las he estudiado y enseñado. Sin jactancia puedo decir que toda esta experiencia me ha hecho capaz de saber cuándo una novela es buena, mala o pésima y, también, que ella ha envenenado a menudo mi placer de lector al hacerme descubrir a poco de comenzar una novela sus costuras, incoherencias, fallas en los puntos de vista, la invención del narrador y del tiempo, todo aquello que el lector inocente (el "lector-hembra" lo llamaba Cortázar para escándalo de las feministas) no percibe, lo que le permite disfrutar más y mejor que el lector-crítico de la ilusión narrativa.
¿A qué viene este preámbulo? A que acabo de pasar unas semanas, con todas mis defensas críticas de lector arrasadas por la fuerza ciclónica de una historia, leyendo los tres voluminosos tomos de Millennium, unas 2.100 páginas, la trilogía de Stieg Larsson, con la felicidad y la excitación febril con que de niño y adolescente leí la serie de Dumas sobre los mosqueteros o las novelas de Dickens y de Victor Hugo, preguntándome a cada vuelta de página "¿Y ahora qué, qué va a pasar?" y demorando la lectura por la angustia premonitoria de saber que aquella historia se iba a terminar pronto sumiéndome en la orfandad. ¿Qué mejor prueba que la novela es el género impuro por excelencia, el que nunca alcanzará la perfección que puede llegar a tener la poesía? Por eso es posible que una novela sea formalmente imperfecta, y, al mismo tiempo, excepcional. Comprendo que a millones de lectores en el mundo entero les haya ocurrido, les esté ocurriendo y les vaya a ocurrir lo mismo que a mí y sólo deploro que su autor, ese infortunado escribidor sueco, Stieg Larsson, se muriera antes de saber la fantástica hazaña narrativa que había realizado.


Repito, sin ninguna vergüenza: fantástica. La novela no está bien escrita (o acaso en la traducción el abuso de jerga madrileña en boca de los personajes suecos suena algo falsa) y su estructura es con frecuencia defectuosa, pero no importa nada, porque el vigor persuasivo de su argumento es tan poderoso y sus personajes tan nítidos, inesperados y hechiceros que el lector pasa por alto las deficiencias técnicas, engolosinado, dichoso, asustado y excitado con los percances, las intrigas, las audacias, las maldades y grandezas que a cada paso dan cuenta de una vida intensa, chisporroteante de aventuras y sorpresas, en la que, pese a la presencia sobrecogedora y ubicua del mal, el bien terminará siempre por triunfar.La novelista de historias policiales Donna Leon calumnió a Millennium afirmando que en ella sólo hay maldad e injusticia. ¡Vaya disparate! Por el contrario, la trilogía se encuadra de manera rectilínea en la más antigua tradición literaria occidental, la del justiciero, la del Amadís, el Tirante y el Quijote, es decir, la de aquellos personajes civiles que, en vista del fracaso de las instituciones para frenar los abusos y crueldades de la sociedad, se echan sobre los hombros la responsabilidad de deshacer los entuertos y castigar a los malvados...»

Amigos, no he leído la trilogía, de manera que no puedo aportar mi opinión acerca de la obra, la intención de esta entrada era puntualizar en un aspecto que en nuestro afán de utilizar las técnicas depuradas de la narrativa dejamos de lado: la historia. Me refiero al tema. Si un argumento es lo suficientemente interesante, a veces se pasan por alto algunas estructuras defectuosas, porque lo que interesa es seguir leyendo. Por supuesto, no quiero decir que por ese motivo dejemos de fijarnos en los errores, pero ante una opinión así de un escritor consagrado como Mario Vargas Llosa, creo que merece la pena pensarlo.

En estos días estoy leyendo El símbolo perdido, de Dan Brown. Seiscientas páginas de datos, símbolos, acción, y todo a lo que nos tiene acostumbrados. Hasta el momento estoy disfrutando de la novela y quiero leerla despacio. También he empezado a escribir una nueva novela que aún no tiene título, y me he dado con la sorpresa de que algunas de las ideas que tenía ya escritas, las contiene El símbolo perdido. Tendré que cambiarlas, pues no quiero que se me acuse de plagio...

Para los que deseen leer el artículo completo, les dejo el enlace. Vale la pena.


Fuente:
EL PAÍS, SL, 2009. © Mario Vargas Llosa, 2009

miércoles, 6 de enero de 2010

VISTAS DESDE MI OBJETIVO, la vida a través de los ojos de una artista: Marisol Tenorio

La foto que pueden apreciar no es tomada de un sitio equis de Internet. Tampoco es de un campo de concentración o corresponde a una obra en exhibición en alguna galería de arte. Señores, esa foto fue compuesta y tomada por Marisol Tenorio, una amiga que conocí en el foro de Bibliotecas Virtuales hace ya un par de años; juntas recorrimos algunos otros, incluyendo Prosófagos. Una pequeña muestra de la calidad de personas que se encuentran en el ciberespacio.
Marisol Tenorio nació en Inglaterra, y hasta los siete años no conoció España, adonde regresaron sus padres, a pesar de que todavía gobernaba la dictadura de Franco. Un cambio radical que Marisol siendo niña pudo percibir, como ella misma explica: «fue como si pasara de un mundo de color a otro en blanco y negro». Más tarde se graduó en la rama administrativa y dejó de ejercer para dedicarse a su familia. Cierto día le picó la curiosidad por la literatura, empezó a frecuentar foros literarios y fue así como coincidimos. Bajo el nick de Margarita posteaba unos cuentos que disfruté mucho, y que ahora publica en su blog: La dársena de Margarita. Pero su afición por la fotografía empezó en el foro Ríos de Tinta , el primer concurso al que se presentó y en el que ganó el primer y segundo premio en la categoría «bodegones», lo que la animó a tener un blog dedicado a sus maravillosas fotos.
A principios del 2009 participó en otro concurso promocionado por la web el foton.com.es en la que se presentaron profesionales y aficionados, indistintamente. Señores, aunque ustedes no lo crean, entre más de mil fotos Marisol quedó en el segundo lugar. Ya para el 15 de noviembre del 2009, su blog Vistas desde mi Objetivo , es incluido en el blog Banco de imágenes, un lugar donde se seleccionan los mejores blogs de imágenes de la red, con más de 20.000 visitas diarias y la distinción de Blogger por su labor divulgativa.

Por si esto fuera poco, ese mismo mes una foto suya, Castillo en Tossa de Mar es seleccionada para ser utilizada de Banner en una página comercial “BC&M Logistics LLC”.

Aquí les dejo una muestra de su arte:
1er y 2º premio en el III Concurso Fotográfico en el foro Ríos de Tinta; tema propuesto: bodegones; el 13 de febrero de 2008.




2º puesto en el VI Concurso Fotográfico de “El
foton.es”, entre las 1580 fotografías presentadas en la categoría de “Flora” http://www.elfoton.es/gallery/v/Flora/


También en noviembre, una foto “Castillo en Tossa de Mar” es seleccionada para ser utilizada de Banner en una página comercial “BC&M Logistics LLC”.
http://www.logisticsbcm.com/photos.htm


Me siento privilegiada de conocer a esta gran artista de la cámara, una carrera que apenas empieza, pero que con seguridad tiene un prometedor futuro.


¡Gracias, Marisol, por permitirme entrar en tu mundo! ¡Y que sigan los éxitos!


B. Miosi

martes, 5 de enero de 2010

LAS SEÑALES, B. Miosi


Las paredes crujían como si en cualquier momento el viento fuese a derrumbarlas, y Fito permanecía en cuclillas en una esquina, en el rincón más oscuro alejado de los vidrios de las ventanas, tal como su abuelo le enseñara días atrás, antes de que se cayera por la escalera mientras arreglaba el techo.



El olor a carne putrefacta se filtraba por las rendijas de las puertas y ventanas, sabía que era el cuerpo de su abuelo, allá afuera, no más lejos de lo que sus fuerzas pudieron arrastrarlo. Quiso cavar un hoyo para meterlo dentro como había visto hacer con su abuela una vez hacía tiempo. Claro que ella no estaba enterrada cerca de la casa. El abuelo de vez en cuando iba a verla al cementerio y él lo acompañaba. «Ella está en el cielo», le decía. Se preguntó si su abuelo también estaría arriba entre las nubes. Lo dudaba, pues se estaba pudriendo en el patio. Y para ir al cielo debía estar bajo tierra en el cementerio. Esperó en la oscuridad hasta que la tormenta fue amainando y el viento dejó de comportarse como si estuviera resentido con la casa. El silencio era tan pesado que casi podía sentirlo en sus espaldas, por un momento prefirió que siguiera ululando, a sentir la soledad como única compañía. ¿Cuánto tiempo habría de soportar el hedor que despedía su abuelo? De haberlo sabido no le habría clavado la estaca en el pecho cuando lo vio tirado en el piso. Pero debía hacerlo, estaba convencido de que era un vampiro, las señales eran claras. El libro que dejó el forastero lleno de dibujos no podía estar equivocado, su abuelo siempre le había dicho que la sabiduría estaba en ellos. Tuvo suerte de que su abuelo no le hubiera atacado, dentro de todo, se sentía satisfecho.



Las luces del alba iluminaron con timidez el entorno desolado que Fito veía desde la puerta. Salió y acomodó el largo banco donde solía sentarse con su abuelo a contemplar el horizonte, el mismo por donde vieron acercarse al forastero. Cuando el hombre se enteró de que había aprendido a leer, le dejó el libro que llevaba consigo y desde ese día fue su compañero inseparable. Lo sujetaba fuertemente para que no se terminaran de desprender las hojas que de tanto manosearlas estaban casi sueltas. Tenía hambre, pero cuando leía su libro y veía los dibujos se olvidaba de comer, así que empezó a pasar las hojas tantas veces recorridas para engañar al estómago, y se fijó una vez más en el vampiro. Drácula, se llamaba, y tenía el mismo corte de pelo de su abuelo, los mismos ojos, y hasta la misma sonrisa. En lo único que diferían era en que su abuelo no tenía colmillos, o por lo menos, nunca se los había visto, pero no le cabía la menor duda de que era él. Con cuidado dejó el tebeo en el asiento y se dispuso a mirar el horizonte, como cuando su abuelo y él lo hacían.


B. Miosi

lunes, 4 de enero de 2010

Premio al Amante Literario


Hoy me he enterado que Natts, de Palabras, Muros ,y OtrasHistorias , me ha otorgado el Premio al Amante Literario ¡Muchísimas gracias Natalia! La idea es que yo deba otorgárselo a otros blogs, y realmente son tantos, que no sé decidirme por cuáles, creo que todos se lo merecen por muchos motivos.

Ya hace un tiempo tuve cierta desavenencia por este asunto de los premios interblogs. Una blogera entró a mi blog para reclamarme el que yo haya exhibido un premio que ella creó, y que, según parece, yo había colocado pensando que me había sido otorgado. (Que así había sido) Desde entonces, para evitar confrontaciones, prefiero recibirlos con mucho cariño, pero no mostrarlos en el blog.

De todos modos, mi agradecimiento para Natalia es enorme, es una chica estupenda, su blog tiene un contenido rico, que recomiendo, y en donde se puede aprender mucho. Además, es compañera del Foro Prosófagos, donde participo, no tanto como quisiera, pero ahí voy.

¡Un besote, Natts! Y ¡Un millón de gracias!


El Premio proviene de http://ichirinnohanasumi.blogspot.com/ Para los que deseen visitar este sitio.

B. Miosi