miércoles, 31 de julio de 2013

Por favor, ¿quisieras hacer un prólogo para mi novela?

Hoy voy a hablar de un tema que quizá no guste a muchos. Se trata de los prólogos de las novelas.

No acostumbro prologar mis novelas por una razón muy sencilla: como mis novelas se venden en plataformas digitales que permiten leer los primeros capítulos del libro, prefiero que el lector tenga acceso de manera inmediata al contenido, es decir, al Capítulo 1. 


Dejo fuera dedicatorias a menos que sean de un par de líneas y voy directo al grano, estoy segura de que muchos lectores me lo agradecerán, pues yo como lectora he abierto libros de muestra y después de las advertencias de no copiar la obra maestra,  de los derechos de autor, de los agradecimientos, de las dedicatorias, de la génesis del libro (o cómo fue que se le ocurrió al autor ponerse a escribir); y un prólogo de mínimo, un par de páginas, que muy pocos leen por no decir nadie, aparece finalmente un fragmento del primer capítulo que no me dice absolutamente nada. 

Resultado: No compro el libro, pues no sé que encontraré dentro.
Ladrillo 

Otro de los motivos por los que no prologo mis libros es que no me siento capaz de pedir a un amigo que se lea por compromiso mi libro para que encima, tenga el trabajo de hacer un prólogo. Nadie va a rechazar hacer ese favor, pues se sentirá comprometido y se supone que hacer un prólogo conlleva cierto prestigio para quien lo hace. También el autor podría salir beneficiado si el prologuista es un escritor conocido o famoso en cualquier área. Pero debemos pensar que es probable que el libro sea realmente un ladrillo y el prologuista (generalmente un escritor), por tratarse de una amistad haya aceptado escribir un par de páginas hablando de unas bondades inexistentes en la obra, lo que equivaldría a un cierto desprestigio para él.

He tenido oportunidad, sin embargo, de leer libros de Dostoyevski, Hesse, Hemingway, por mencionar algunos famosos, en los que los prólogos han resultado tan interesantes como el mismo libro. Y es que hay autores cuyas vidas han sido realmente fascinantes. Sin ir muy lejos hace unos meses leí extasiada el prólogo de "El jugador", de Fedor Dostoyevski, en el cual me enteré de la historia de su vida y del camino tortuoso que lo llevó a escribir una de sus grandes obras. Otros de los preciosos prólogos que puedo recordar es el de "Así habló Zaratustra" de Friedrich Nieztsche, que en veintiun páginas me llevó en un recorrido por la vida del autor, y me enteré de sus temores, sus fobias y sus tendencias, así como del porqué de algunas de las secuencias de su controversial obra. 

Fueron prólogos extraordinarios, y creo que los autores los merecían. Un prólogo que últimamente he leído (pero siempre al final del libro, porque soy de las que deja siempre los prólogos para leerlos después del epílogo), es el de "El paciente de El Pardo" de José Luis Palma. ¿Y por qué? Sencillamente porque después de leer ese libro que no es una novela sino un documento de unos días en la historia de España relatada por uno de los personajes que formaron parte de ella, quise indagar más, y leí el soberbio prólogo hecho por Victoria Prego, periodista, escritora y politóloga.

Algunos escritores amigos me han solicitado prólogos para sus obras y los he hecho con mucho gusto porque se trataba de personas sumamente especiales para mí. Que yo recuerde en estos momentos: Antony Sampayo, Fernando Hidalgo (mi corrector, editor, amigo y compinche), y Heberto Gamero, una persona que es un personaje de novela. Creo también haber hecho algún prólogo para una antología de cuentos hispanoamericanos, pero fueron casos muy especiales, normalmente no acepto prologar, y agradezco profundamente que no me lo pidan, pues no soy muy buena en eso. 

¡Hasta la próxima amigos!
Blanca Miosi

viernes, 26 de julio de 2013

¿Por qué novela erótica?


Estuve viendo la entrevista que Marlene Moleon hizo vía Hangup a Maribel Pont autora de “El secreto de lo prohibido” y a Vivian Stusser, autora de “Bisexual”.  Al escuchar las respuestas a las preguntas de la moderadora, confirmé lo que pensaba al respecto.

La actual ola erótica que parece acaparar el mercado editorial es una tendencia creada por E.L. James, autora de “50 Sombras de Grey” y a quien desean emular la mayoría de las escritoras que se han lanzado tras su exitosa estela, con mayor o menor éxito, pero siempre utilizando la misma fórmula: un hombre muy atractivo y enigmático, oscuro en sus deseos, una joven inocente que acepta todo con tal de complacer al hombre enigmático y una trama basada en los encuentros sexuales de ambos, narrados de manera explícita.

Aparentemente, según ambas escritoras, las mujeres desean más que los hombres este tipo de literatura, y cuanto más “hot” mejor.

¿Será que las mujeres están reprimidas? ¿Será que los hombres no saben satisfacerlas? ¿O es que la mayoría de sus lectoras son mujeres solteras que llenan sus momentos con fantasías sexuales?

Tal vez los hombres prefieran ver pornografía en lugar de leerla. Esa podría ser la razón para que las grandes consumidoras de literatura erótica sean las mujeres. Maribel Pont dijo específicamente que ella escribía para mujeres. No explicó demasiado de qué trataba su novela, porque obviamente, al estar centrada en el erotismo, es difícil de explicar, no hay una historia complicada que contar, y de hablar un poco se desvelaría la trama. Sin embargo, a petición de sus lectoras, escribió una segunda parte porque ellas ansiaban saber qué sucedía con el hombre enigmático, oscuro y misterioso. Lo que me lleva a pensar que tal vez las mujeres en el fondo sean proclives a ser masoquistas, especialmente en el ámbito sexual. De ahí el espectacular éxito de la novela de E.L James.

Como no soy muy aficionada a seguir las corrientes literarias “de moda” no me atrae este tipo de lecturas, pese a ser mujer.  Yo sigo fiel a mí misma, prefiero escribir de temas originales, no necesariamente tienen que estar centrados en el sexo aunque no lo eludan. Me gusta cierto erotismo, pues una vida aséptica es muy aburrida, pero no centraría mis temas solo en las escenas de sexo explícito. De hecho, en cada una de mis novelas existe erotismo, el necesario para dar una pátina de naturalidad a la vida de los protagonistas.

Con todo, fue agradable ver a través de la magia de Youtube a estas dos escritoras; a Vivian la conozco en persona y debo decir que la cámara no le hace justicia. Leí “Bisexual”, una novela bien escrita, con una carga más que erótica, casi pornográfica, pero llevada con naturalidad. Creo que es su valor agregado.

Mientras tanto, seguiré escribiendo “El manuscrito II, El coleccionista”, aún falta un trecho, espero terminarla para publicarla este año.
¡Hasta la próxima, amigos!
Blanca Miosi


jueves, 18 de julio de 2013

“Viaje al dolor de África” o “Llévame a Faranfagana”, una novela de José Manuel Devesa

Acabo de cerrar mi Kindle, y con las letras aún palpitantes en mi mente escribo estas líneas. No hubiera tenido oportunidad sin la era de la publicación digital de haber leído una obra como esta. Ya solo por eso valió la pena contar con un ebook. Este autor desconocido, cirujano de profesión, narra una historia vívida, que puede estarse dando en estos mismos momentos en muchos lugares de África o como en el caso de la obra: en Madagascar.

¿Saben qué es una “Fístula”? es una enfermedad ocasionada por un nacimiento atascado. La criatura no puede salir y muere dentro. Ocurre entonces una infección y se pierde la capacidad de retener la orina. Una enfermedad que se reconoce por el olor, y por eso es llamada “la innombrable”.  Miles de niñas obligadas a casarse a muy temprana edad la sufren y son abandonadas por sus maridos, porque no soportan su hedor. Un grupo de médicos voluntarios acuden una vez al año a estos sitios olvidados por el mundo y ejercen una labor humanitaria operando estas y otras enfermedades. Esta historia es la de una de esas niñas anónimas.
Me ha llamado la atención el lenguaje poético que inserta el autor a lo largo de  su obra:
«Esa noche no me envolvió la sábana; su lugar estaba ocupado por un manto de emoción…».
«…mirando al comerciante de papel alejarse por la trocha, hasta que se perdió en la oscuridad de una noche incierta, cantada a ratos por los gorjeos lejanos de un pájaro insomne».
«Durante un soplo se hizo el silencio en el despacho, donde la luz de la bombilla dejaba matices blandos, suaves, sin sombras…».
 No sé si los médicos tengan una particular sensibilidad, pero me he topado con varios que son unos escritores sobresalientes. Pueden encontrar el libro en Amazon: