viernes, 22 de diciembre de 2017

La importancia de la promoción de nuestros libros


Faltan muy pocos días para que finalice el año 2017 y, como casi todos los años, acostumbro publicar una entrada con algunas reflexiones generales.

Este año publiqué dos novelas. No. No es que escriba como alguna persona sugirió: una novela mensual. El año anterior no había publicado ninguna, pues estaba terminando El Manuscrito III, y empecé La lista, que pude publicar en junio de este año. Y estoy satisfecha con los resultados.

La publicación independiente se ha expandido de una manera insospechada, hoy en día no solo publican los que tenía las puertas cerradas en las editoriales; también lo hacen autores reconocidos, lo cual de alguna manera incrementa la importancia de este tipo de publicación. Y los escritores hemos aprendido mucho, no solo a ser más cuidadosos con nuestras obras en cuanto a calidad de edición sino también a la variedad de temas. Hace un par de años yo apenas leía a algún independiente, pues cada vez que asomaba mis ojos por las páginas de muestra, surgían ante mí tal cantidad de dislates, que elegía libros de autores más experimentados. Este año he leído 24 libros de autores indies, y la mayoría de ellos son tan buenos como los de cualquier autor publicado por editorial.

Los escritores independientes también han mejorado la manera de proyectarse al público. Los banners o carteles publicitarios son cada vez más atractivos, más profesionales, más sutiles (con algunas excepciones), y se nota un trabajo sistemático de promoción, pues lo he comprobado, lo que no se exhibe, sencillamente no se vende. Los que publicamos a través de Amazon lo hacemos básicamente para vender libros digitales, aunque también los tenemos en papel y otros formatos como audible. Pero los que entran a comprar a Amazon, en su mayoría, al menos por ahora y desde que se inventó el Kindle, lo hace para adquirir libros digitales, por el precio y la comodidad. ¿Qué sucede entonces? Que todavía gran parte de la sociedad lectora no tiene un Kindle ni sabe que existe. Siguen con la costumbre de ir a las librerías, y generalmente compran los que están en exhibición en primer plano, es decir: los que están de moda o acaban de ser lanzados al mercado.

Nosotros, los que publicamos libros digitales a través de plataformas como Amazon u otras, no contamos con ese respaldo; los que nos compran tienen que ser, invariablemente, personas que estén familiarizadas con las redes sociales y sepan operar un ordenador o un móvil inteligente, personas de una era en la que la digitalización y las nuevas formas de comunicación, compra y servicios son diferentes del pasado. En pocas palabras: pertenecemos a esta época. Y no hablo solo de jóvenes, que he visto muchachos que no tienen idea de lo que es un lector electrónico, hablo de personas de cualquier edad que no se han quedado estancadas. Por suerte, Facebook ha contribuido en gran parte a que los mayores se “arriesguen” a utilizar un computador, a poner sus datos en la red y a navegar para encontrar a sus amigos y seres queridos, y eso está muy bien, así se empieza, porque la edad no tiene nada que ver con la capacidad intelectual o cognoscitiva de las personas. Así, hoy en día tenemos personas que pasan los sesenta años y son expertas subiendo sus libros a Amazon, ingresan a Twitter y suben imágenes, promueven sus libros, incentivan a comprarlos y ayudan a otros escritores, algo impensable solo unos seis años atrás. En suma, la promoción de nuestros libros es de suma importancia para los que publicamos en plataformas digitales. Y aquí hago un acápite: Yo promociono libros de muchos autores, eso no quiere decir que los haya leído todos, creo que igual pasa con gran parte de nosotros. De manera que SOLO promociono. Cuando los he leído y me han gustado suelo poner: "Lo recomiendo". Creo que es bueno aclararlo, porque he visto por ahí tweets haciendo mención a su libro como si fuera una recomendación mía, y no es así.

La fascinación que ejerce Internet después de que se ha empezado a usarlo, no solo para enviar correos electrónicos sino como una herramienta gratuita de gran utilidad para los fines que perseguimos, es imparable. Me alegra mucho que todo esto esté ocurriendo en la época que me ha tocado vivir.

Aprovechemos pues, la tecnología para nuestro crecimiento como escritores y como personas, y publiquemos historias cada vez mejores, porque lo que hoy publicamos perdurará después de nuestra muerte. Ningún dato se pierde. Si dentro de veinte años alguien busca en la red a Blanca Miosi probablemente me encontrará, y también al niño que se enfrentó a los nazis.

Es la magia de Internet,

¡Hasta el próximo año, amigos!

jueves, 14 de diciembre de 2017

Una entrevista en #DetrásDeLa Arroba, cosas que nadie me preguntó.

Tendría que mirarlo pero, así de cabeza, las únicas personas de nacionalidad no española que he entrevistado residen en España… Hoy, creo que es a la primera escritora que entrevisto del otro lado del charco. Y es que un día hablando con Mercedes Pinto Maldonado me dijo: “Manuel, tienes que hacer una entrevista a Blanca Miosi“… Y aquí estamos. Es la escritora que tiene el libro en castellano más vendido de la historia en Amazon: La búsqueda. Comparto con ella un especial cariño por la radio. Y hoy, si te apetece, podrás descubrir si Blanca Miosi se siente más latina o japonesa (madre latina, padre japonés), qué es lo que ella busca, cómo es la Venezuela con la que sueña, o qué haría si la nombran CEO de una gran editorial… Entre otras muchas cosas. Así pues, te invito a no perderte esta…
 Entrevista a Blanca Miosi, autora de la obra en castellano más vendida en Amazon.

Durante 10 años he tenido programas en una radio local de Sevilla. Esta etapa finalizó en mayo de este año, pero mi vena “periodística” sigue con entrevistas en mi blog. Sé que participas en un programa de radio habitualmente… ¿Qué tiene la radio que engancha? ¿Alguna anécdota en la radio que no vayas a olvidar?
La radio es diferente a cualquier otro medio de comunicación porque acompaña. Puedes escucharla mientras vas conduciendo el coche (es el único momento en que la pongo), o cuando estás navegando en Internet, porque ahora todas las emisoras radiales también se pueden escuchar en la red. En mi programa “La Hora Amazónica” me han ocurrido algunos tropiezos, pero recuerdo uno en especial en el que me dio un ataque de risa y no podía parar, mientras mi interlocutor, que para ese momento era Jordi Díez, seguía hablando tranquilo, como si no se percatara de que yo reía más cuanto él más hablaba.
¿Blanca Miosi se siente 100 % latina o también se siente japonesa? ¿Qué podríamos aprender los latinos de la cultura oriental?
Me siento latina en un 90% porque fui criada por mi madre, que es peruana. Tal vez de mi parte japonesa haya heredado las facciones y el amor por la organización y el trabajo.
Indiana Jones buscaba el Arca perdida. Otros buscan la fuente de la eterna juventud. ¿Qué busca Blanca Miosi?
La fuente de la eterna juventud ya la encontré a través de la escritura; vivo la vida de mis personajes, en su mayoría jóvenes, así que tal vez sea el secreto: extraer la juventud de ellos.

libros blanca miosi
Fuente imagen: Blanca Miosi y Rotze Mardini
La pregunta típica sería: ¿Blanca, por qué empezaste a escribir? Pues esa no es mi pregunta; es esta: ¿Blanca, qué tendría que ocurrir para decir “hasta aquí llegué, dejo de escribir”?
Tendría que haber perdido las ganas de vivir.
¿Cómo ha cambiado la vida de Blanca Miosi tras La Búsqueda? Por cierto, una vez se consigue el éxito… ¿alguien ha tratado de acercarse a ti para beneficio propio?
Ningún éxito es permanente. La búsqueda tuvo su momento, bastante largo, pero ya pasó. Tengo otras novelas que tuvieron sus momentos también. Yo en lo personal no creo ser una persona exitosa, de manera que acercarse a mí no será beneficioso para ellos. De todos modos, lamentablemente, ¡el  éxito no se contagia!
Hasta la crisis que tenemos ahora en España con el tema Cataluña, todo el año anterior los medios informativos españoles nos han hablado más de Venezuela que de España. ¿Cómo ve o qué piensa sobre eso alguien que vive en Venezuela? ¿Crees que puede ser una tapadera de nuestras propias vergüenzas?
Los noticieros buscan lo que más vende. No importa lo que sea, siempre que asegure el rating.  El año anterior y parte de este lo dedicaron a Venezuela, ahora a Cataluña… No sé si sea una tapadera, porque según leo siempre se ha hablado de los problemas de España, que en cierta forma son bastante similares a los de aquí: el problema de los okupa, la corrupción… por supuesto, llevado a lo que vivimos aquí son problemas ínfimos. La diferencia es que ustedes tienen la seguridad de que pueden salir del gobierno que no quieren por medio de los votos.
¿Cómo sería la Venezuela con la que sueña Blanca Miosi?
Una Venezuela parecida a la que me hizo decidir quedarme aquí: oportunidad para todos, abundancia, progreso, gente amable… Eso sí: sin la corrupción y el despilfarro, que fue lo que nos llevó a lo que tenemos ahora.
Si mañana te nombraran directora general de una gran editorial. ¿Qué medidas tomarías?
La verdad, no me gustaría ese cargo. Creo que los directores de editorial deben ser los seres más incomprendidos del mundo.

blanca miosi y pepa fraile fuente imagen pepa fraile
Fuente imagen: Blanca Miosi y Pepa Fraile

Ronda rápida de preguntas (I):

– ¿Un amor puede durar toda la vida?

No. El amor se transforma a lo largo de la vida.

– ¿Qué tiene Blanca Miosi para que Mercedes Pinto me hable tan bien de ti?

Probablemente tiene una muy buena amiga.

– ¿Blanca Miosi vive de la literatura?

Puedo decir que sí.

– ¿Por qué crees que, en términos generales, la gente prefiere la TV a un libro?

Porque está acostumbrada al facilismo. Ver es más fácil que leer e imaginar.

– ¿Qué es eso de que escribes como un hombre?

Es lo dicen otros, no yo. Tal vez sea por los temas que escojo.

Ronda rápida de preguntas (II):

– Ya que te he hablado de Mercedes Pinto, te hago una pregunta que le hice a ella: una bebida, entrante, plato principal y postre con la que quedarías plenamente satisfecha:

Una copa de vino, coctel de camarones, seco de cabrito y mazamorra morada.

– Como el querido Cándido Macarro, ¿también reflexionas alguna vez desde un retrete?

No.

– Cuándo fue (y qué ocurrió) la última vez que pensaste… “¿y yo para qué me meto en estas cosas/estos líos?

Tengo por filosofía de vida no aceptar más de lo que me siento capaz de hacer. Así que, si acepto un reto, lo cumplo sin arrepentimientos de ninguna clase.

– ¿Qué es lo más atractivo en un hombre? ¿Y en una mujer (me da igual que sea en el plano físico, en su forma de ser…):

En un hombre: su inteligencia. En una mujer su capacidad de aceptarse a sí misma.

– ¿A qué escritor/a (y por qué) me recomendarías hacer una entrevista como esta?

Te sugeriría a Adrián Henríquez. Me parece un joven con mucho empuje y un gran futuro como escritor.
 Blanca, como todos los entrevistados, tienes la posibilidad de realizarme una pregunta, así que ¡dispara!
 Blanca Miosi pregunta: Quisiera saber qué esperas de la vida a largo plazo. ¿Dónde te ves de aquí a veinte años?
¡Dentro de 20 años estaría cerca de los 60 años! Me veo trabajando seguro en otra cosa distinta a la de ahora, el tiempo me ha demostrado que hay que reinventarse día a día, me veo quién sabe si con algún nieto, y me veo con mi mujer seguro. Y corriendo hasta que el cuerpo me aguante; ese hobby espero mantenerlo y poder seguir haciéndolo. Por lo demás, no tengo unas grandes aspiraciones más allá de seguir junto a los míos; y si por mi mujer fuera, viviendo en el campo.
 Hasta aquí la entrevista a Blanca Miosi. Espero que te haya gustado y te haya servido para conocer más sobre esta gran autora. Próximamente más entrevistas a escritores en #DetrásDeLaArroba.
Nos vemos.
Fuente:
https://manuelmirandaj.es/detrasdelaarroba-entrevista-blanca-miosi/

miércoles, 13 de diciembre de 2017

2017 que se va y mi lista de lecturas

Y llegamos a diciembre. Un año 2017 que pasó volando pero que me trajo mucho, como viene ocurriendo desde que me he dedicado a la escritura.

Este año fue para mí uno de retos. Me había comprometido a entregar la tercera parte, el final de la trilogía El manuscrito que, como algunos saben consta de El secreto, El coleccionista y El retorno. Al ser publicados a través de Amazon Publishing requerían nueva edición, de manera que entre correos que van y vienen con el equipo de Amazon tuve varios meses entretenidos hasta su publicación el 25 de abril.

Al mismo tiempo escribía mi novela La lista que estaba a punto de concluir para ser publicada el 15 de junio de este 2017.  Todo un logro para mí, haber publicado dos novelas este año después de un año sin hacerlo, porque escribía dos novelas casi simultáneamente: El retorno y La lista.

Puedo decir ahora que me siento satisfecha con los resultados, considero que El retorno es el mejor cierre para la trilogía y La lista es una novela que resultó ser del agrado de los lectores, aunque hubo detractores en ambos casos, como suele suceder. Algunos dicen que El retorno se deja llevar por modas porque planteo el amor entre personas del mismo sexo (un comentario despectivo dejado por algún homófobo) y a La lista algunos la tacharon de novela rosa. Ambos argumentos con los que no estoy de acuerdo, pero respeto la percepción ajena. Cada cual tiene derecho de expresar lo que piensa, aunque la intención de la novela no haya sido esa.

En otro aspecto también este año fue importante para mí porque fui invitada especial porAmazon al Perú en el mes de julio, para participar en la presentación del Cuarto Premio Literario de Amazon para Escritores Independientes, en el cual fui una de los jurados y también para estar presente en el taller magistral acerca de autopublicación en KDP dictado por Carlos Liévano en el hotel Belmont Miraflores Park, un lugar de ensueño. Aproveché el viaje para visitar a mis familiares en ese país, y pasar unos días muy agradables en el frío clima limeño, un lugar que bulle de actividad, y que se perfila como uno de los países con los índices de crecimiento más altos de Sudamérica.

De regreso me di con la sorpresa de encontrar mis novelas muy bien situadas en las listas de Bestesellers, y en especial, La lista entre los primeros lugares del top de Estados Unidos. Quiero agradecer a todos los que la han leído y en especial a los que dejaron sus comentarios en Amazon,  para nosotros los escritores, son invaluables. También sigo recibiendo correos de los lectores con sus impresiones, y siempre, por supuesto, mensajes sobre mi novela La búsqueda; creo que entre todas mis novelas es la que más cartas ha recibido; después de seis años de publicada en Amazon todavía la siguen comprando y comentando, algo que con ninguna editorial sería posible.

Pero este año no solo fue de escritura, viajes y ventas. ¡también he leído!,  desde novelas de autores independientes hasta de los autores consagrados, aquí una muestra de mis lecturas de 2017:

  1. A la captura de Shadowboy, de Adrián Henríquez
  2. Sed de venganza, Freddy Piedrahita
  3. Luna Negra, Cándido Macarro
  4. El laberinto del Hindú, José Vicente Alfaro
  5. El alano, Zoilo Hernández
  6. Anacaona, Jordi Díez
  7. Ángeles del Nuevo Mundo, Silvia Sanfederico
  8. Raziel, José Antonio González Queiró
  9. Los secretos de un recuerdo, Andrea Golden
  10. Pandemia Selectiva, Nicolás López Cisneros
  11. Desde la terraza, Francisco casero Viana
  12. Bajo el puente de los vientos, José de la Rosa
  13. El amargo don del olvido, A.V. San Martín
  14. Los crímenes del lago, Gemma Herrero Virto
  15. El legado de Ava, Elena Fuentes Moreno
  16. El coleccionista de flechas, Cristian Perfumo
  17. Habet, Francisco Gijon
  18. El callejón de Jack, Joaquim Colomer
  19. Seis novelistas y un crimen, Julio García Castillo
  20. Destino: El retorno infinito, Leno Bermúdez
  21. No digas que fue amor, F.J. Zornoza
  22. Berenice, la chica de guantes negros, Juan de Haro
  23. Matar a Dawood, Alfredo de Braganza 
  24. Proyecto Adán y Eva, Favio Ayala
  25. Amazon y sus algoritmos, César Leo Marcus
  26. Frío como el acero, David Baldacci
  27. El rey de los pleitos, John Grisham
  28. El intermediario, John Grisham
  29. Proceso por asesinato, Charles Dickens
  30. Aislamiento, Sean Black
  31. El espía inglés, Daniel Silva
  32. El secreto de Gray Mountain, John Grisham
  33. Zona Peligrosa, Lee Child
  34. El índice del miedo, Robert Harris
  35. El atraco, Daniel Silva
  36. El valle de los Leones, Ken Follet
  37. El proyecto Williamson, John Grisham
  38. En el último minuto, David Baldacci
  39. El sexto hombre, Charles Cumming
  40. En la guarida del zorro, Charlotte Link
  41. La hermandad, John Grisham
  42. Redención, John Hard
  43. No apto para mujeres, P D James
  44. No confíes en Peter Pan, John Verdon 
  45. Los años perdidos, Mary Higgins Clark                  
Como pueden observar, las primeras 24 novelas son de escritores independientes, y las 21 restantes de autores consagrados o publicados por editorial. Actualmente hay muchas novelas de escritores independientes que son extraordinariamente buenas, tanto en el fondo como en la forma, historia espléndidas, bien estructuradas, que no tienen nada que envidiar a las salidas de las imprentas editadas por una editorial. También es cierto que hay algunas que no me han gustado por diferentes motivos: porque no eran de la línea de mi preferencia; porque el tema me pareció estrambótico; porque no me engancharon desde el comienzo (algo importante); y no me gusta leer quince páginas para enterarme de qué va el asunto... Las novelas que no están numeradas en esta lista simplemente no las seguí leyendo, por lo tanto no vale anotarlas en la relación.

Recibo peticiones de lectura por correo, mensajes en Twitter y en Facbook con la intención de que dé mi opinión. Lamento decirles que no soy una lectora editorial, por lo que no es obligatorio tener que leer lo que me envíen. Para mí el encanto de la lectura reside en escoger lo que deseo leer, si coincide con alguna de las novelas que me envían con gusto procederé a leerla.

En esta relación de novelas leídas no figuran las de mis queridos amigos de tertulia Heberto Gamero con una novela que me encantó pero no puedo dar el título porque no estoy autorizada, y otra novela, la de mi preciosa amiga Krina Ber, una obra extraordinaria de poco más de 600 páginas, que por ahora ha sido presentada a un concurso, por lo tanto tampoco puedo develar el nombre.

Como ven, leo un promedio de 3.75 novelas al mes, y al mismo tiempo escribo las mías. Cuando empecé con esto de la escritura temía hacerlo, pensaba que podía "contaminarme" de alguna manera al leer obras ajenas mientras estuviera escribiendo; ahora leer a otros me distrae, y puedo estar escribiendo dos novelas simultáneamente y leer otras obras sin que ello menoscabe mi capacidad de concentración, porque cuando escribo me abstraigo del mundo y solo me dedico a los personajes y la historia que voy creando.

Creo que este ha sido un año productivo, me siento feliz de culminarlo
con la expectativa de publicar el 2018 próximo, otra novela: "El sustituto". Una historia que nada tiene que ver clones ni con lo que he escrito antes, pero como siempre, tendrá una buena dosis de intriga y suspense.

¡Hasta la próxima, amigos!

lunes, 27 de noviembre de 2017

Los diez años de Kindle

Publiqué mi primera novela en KDP en 2011. Y ese mismo año compré mi primer Kindle, el lector electrónico de Amazon. La autopublicación en Amazon KDP (Kindle Direct Publishing) para esa época ya tenía en funcionamiento cuatro años, y todavía había muy pocos escritores en idioma español que se habían lanzado a la aventura amazónica; yo me enteré a través del blog de un amigo y el asunto despertó mi curiosidad.

Quise probar primero con La búsqueda, El legado y Dimitri Galunov. Las dos primeras habían sido publicadas previamente en papel a través de editoriales y subí a Amazon la versión digital, pero no fue hasta publicar El manuscrito cuando empecé a ver subir las ventas de manera espectacular. Después todo fue más sencillo.

Amazon me cambió la vida. Y estoy segura de que hay muchos que piensan igual que yo. Es a través de esa plataforma que mis libros se dieron a conocer en el mundo como autora autopublicada. Puedo decir que con Amazon se cumplieron mis sueños: fui invitada de honor en una convención en Madrid en 2015, y en el año 2017 invitada al Perú para participar en la presentación de Cuarto Premio Literario de Amazon para Escritores Independientes, así como también formé parte del jurado del certamen. Mis libros han sido escogidos para ser promocionados en diversas campañas: Kindle Flash, Mes Indie, descuentos especiales, y actualmente publico a través de Amazon Publishing mi trilogía bandera: El manuscrito.

Estoy orgullosa de pertenecer a esta joven editorial que toma en serio el trabajo de la edición. Cada libro tiene un equipo de correctores, maquetadores y diseñadores. El trato con ellos es cercano, el personal es el idóneo para tratar con el autor, el respeto, las facilidades y la promoción: impagables.

Desde este rincón envío un saludo especial a Rex Czuba, el exdirector de KDP en Español a quien recuerdo con muchísimo cariño; a Carlos Liévano, el actual Director de KDP que ha resultado ser un joven dinámico, incansable e impulsor de los autores en español, llevando su mensaje a muchos países de habla hispana, y, por supuesto, a Paola Luzio, la Directora de Publicaciones de Amazon Publishing, la editorial. Una joven exquisita en su trato, inteligente y muy preparada para un cargo tan complicado.

No hace falta decir que me siento realizada gracias a la oportunidad que me ha brindado Amazon, les estoy muy agradecida, ellos han impulsado mi carrera y han renovado mis ganas de escribir, porque no hay nada más gratificante que saber que la novela que estás escribiendo la verás publicada cuando tú decidas y estará al alcance de todo el mundo.

¡Felicidades a Amazon, espero que cada día se sumen más escritores a su plataforma y sigamos constituyendo la librería más grande del mundo!

¡Hasta la próxima, amigos!

viernes, 24 de noviembre de 2017

Acerca de los prólogos...

Sé que esta entrada puede herir susceptibilidades, pero lo que expongo aquí es una simple opinión, y como tal, me siento libre de expresarla:

Me interesan mucho los prólogos
Prólogo de Cervantes
de un escritor famoso, en especial si es uno de mis favoritos. La razón es simple: despierta mi curiosidad saber cómo lograron llegar a ser grandes escritores, cómo fue su vida, a qué se dedicaban… Claro está que me estoy refiriendo a los prólogos en los que se habla de la vida de determinado autor. Uno de los más completos que he leído es el de Nietzsche en su libro Así habló Zaratustra, en el que no solo se refiere a su vida, sus pensamientos, y sus peculiares relaciones, sino a la totalidad de su obra. También el de Fedor Dostoyevski en una edición de su novela El jugador, en la que hay una biografía de su vida y de su obra completa.

Lo que no acierto a comprender son los prólogos que se estilan para hablar de la obra de un escritor incipiente. Esos escritos largos y sin interés para el lector, en los que se enumeran las bondades del libro en cuestión, y, supongo, ponen en aprieto a más de un prologuista comprometido por amistad con el escritor. ¿Se puede ensalzar una obra sin estar de acuerdo? Sí. Es muy probable. Es difícil negarse a la petición de un amigo escritor por varias razones:

1. El aludido se sentirá privilegiado por haber sido escogido para escribirlo.

2. Es difícil negarse a la solicitud de un amigo escritor que piensa que su obra es tan importante que merece un prólogo.

3. Si el escritor es relativamente conocido el beneficio será mutuo, porque el prologuista será leído y tal vez su nombre empiece a “sonar”.

Por otro lado, los motivos por los que resulta comprometido prologar son también importantes:

1. El prologuista se siente comprometido a hablar muy bien de la obra aunque no sea de su agrado o esté mal escrita. Nunca he leído un prólogo de una novela de un autor poco conocido que hable mal de la obra o que diga lo que piensa de ella con sinceridad.

2. El autor suele utilizar la estrategia de pedir un prólogo a un escritor conocido para que su obra y su nombre cobre importancia.

3. El nombre de un escritor puede quedar seriamente en entredicho al opinar favorablemente de una obra que no merece una opinión positiva.

4. La estrategia de algunos escritores consiste en utilizar el nombre del prologuista, pues en los motores de búsqueda en Internet su nombre aparecerá asociado al suyo en cualquier plataforma donde el libro esté a la venta, y aparecerá el libro también en la lista de libros del prologuista.

Personalmente no acepto escribir prólogos; y para evitar cualquier resentimiento mi regla es general: no escribo prólogos para el libro de ningún escritor. Los considero inútiles, fatuos, y sin sentido alguno. Tampoco los pido.

Otra cosa muy diferente es que un escritor o cualquier persona de cierta importancia ―de otra manera no tendría sentido, pues a nadie interesaría leer un prólogo de un desconocido― solicite escribir el prólogo de la novela de un amigo porque la obra le ha parecido estupenda. Sé de algunos casos de periodistas, editores y comentaristas famosos que desearon prologar libros estupendos. En ese caso la situación es diferente.

De manera parecida ocurre con los autores que se prologan a sí mismos con una explicación del porqué decidieron escribir tal o cual libro. Creo que solo sería válido si la petición de los lectores fuera de tal magnitud que se sintiera obligado a dar una explicación, pues de resto a nadie le podría interesar por qué empezó o se decidió a escribir.

En lo que sí estoy de acuerdo es en los agradecimientos. Es importante reconocer el esfuerzo de las personas que estuvieron involucradas en la elaboración de una obra, sea con ideas, lecturas, correcciones y también la edición final. Y, claro, esto también trae consecuencias. Si es una obra mediocre o mal corregida se sabrá quiénes formaron parte del asunto.

Lo que menos compromete a propios y extraños son las dedicatorias. Yo acostumbro dedicar todos mis libros a mi difunto marido Henry. O Waldek, su segundo nombre. Fue el primero que creyó en mí, me impulsó, leyó y escuchó mis primeras diez novelas con el fervor que solo puede hacer el amor. Aun así, nunca se me ocurrió solicitarle un prólogo.

¡Hasta la próxima, amigos!

jueves, 2 de noviembre de 2017

Reflexiones acerca del Mes Indie

Aunque empecé mi carrera de novelista a través de una editorial y después he publicado por algunas otras de igual o parecido prestigio, sigo pensando como escritora independiente porque es en Amazon donde mis novelas empezaron a darse a conocer; no solo en España, que es donde publiqué por primera vez, sino en casi todos los países del mundo gracias a que el español es uno de los idiomas más hablados del mundo y esa plataforma tiene distribución internacional simultánea, algo de lo que carecen muchas editoriales.

Sin embargo existe un escollo para el escritor independiente, y también para el publicado por editorial: dar a conocer sus libros.

Por cuestiones de logística y económicas las editoriales dedican muy poco tiempo a los autores. No crean que ser publicado por una de ellas es la panacea que los llevará a tener ventas millonarias o a ser famoso. A sus grandes autores, los que realmente les permiten seguir adelante, les hacen más publicidad porque el retorno del dinero y la ganancia lo permiten, pero tampoco es que les dediquen todo el año de promoción. Son autores consagrados que venden solo por su nombre, algo que se lo han ganado a pulso, son excelentes novelistas como quisiéramos ser la mayoría de nosotros. Apenas se anuncia un título nuevo y ya hay miles o millones de potenciales de compradores dispuestos a gastarse 12 euros en un libro digital.

Hago todas estas reflexiones porque publico de manera independiente en Amazon, y es allí donde he hecho mis mejores ventas. También es verdad que ellos tienen una maquinaria incomparable para publicitar los libros porque poseen una base de datos imponente. Todo libro que Amazon promociona se vende. Sucede con los Kindle Flash; las promociones al 50%; las promociones por el Mes Indie como la que acaba de terminar; los más vendidos; las novedades; el Premio al Autor Independiente… ninguna de estas promociones se puede comparar a nuestra incipiente forma de hacer publicidad en las redes.

La pregunta es: ¿por qué da la impresión que Amazon elige a ciertos autores para promocionarlos y a otros no? La respuesta no la tengo yo. Y hago la pregunta porque hace unos días un escritor dejó un mensaje en el hilo de un post que puse en Facebook:

“para mí ha sido un mes nefasto con Raziel, que fue seleccionada para el Mes Indie, de hecho ha sido el peor mes del año, y eso que la he promocionado bien por la red. Claro que Amazon poco ha hecho por promocionarla. Espero que el próximo año me deje fuera de la selección.”

Comprendo su frustración. Me sucedió algo parecido el año pasado, mis novelas no tuvieron mayor subida en las ventas, y creo que fue un mes pésimo para mí y este año tuve la suerte de que al menos dos de mis novelas de las siete que fueron seleccionadas para el Mes Indie se vendieran un poco más y estuvieran a la vista en varias listas de los más vendidos de esa promoción.

Me parece que con la enorme cantidad de libros que entraron a ofertar en el Mes Indie no pudieron hacer de otra manera que al azar, es decir de manera aleatoria, y como “La lista” para ese momento se encontraba en el top general y el precio se redujo tanto, se vendió más que nunca. Lo extraordinario de esto es que se descargó más que en ningún otro momento a través de Kindle Unlimited, a pesar de tener un precio tan bajo.

Ahora que regresó a 3.99 está empezando a bajar en top, y es normal, la gente compra más cuando está en oferta.

Muchas novelas excelentes no llegan al top 100, y si lo hacen duran pocos días o pocas horas, ¿por qué? Eso depende del gusto de los lectores y en eso me declaro absolutamente ignorante. No me atrevo a hacer las preguntas pertinentes para no ofender a lectores ni a escritores, pero cada cual sabe por qué lee acerca de un tema determinado y qué es lo que aporta a su vida. Reconozco que yo también soy arbitraria con mis lecturas. Evito los temas álgidos, las lecturas demasiado profundas, las novelas de temas trágicos en general, porque me deprimen y vivo en un entorno que de por sí es sombrío. Quizá es lo que ocurre en el mundo y por eso las novelas “light” son las que más se venden y si es lo que hace feliz a la gente, bienvenidas sean. Recuerdo cuando tenía unos doce o trece años y devoraba las novelas de Corín Tellado en las que todas las mujeres eran perfectas, los hombres maravillosos y millonarios y el problema principal era saber quién se quedaba con quién para que fuesen eternamente felices. Esta etapa duró en mi vida un par de años, después me aburrí y regresé a mis novelas de aventuras, que considero una forma de evasión más entretenida.

Después de los turbulentos 31 días del Mes Indie, vuelvo a la tranquilidad de las ventas normales, en las que no vendo tanto pero gano más o menos lo mismo por el porcentaje de las regalías; pero lo mejor de las promociones es la oportunidad que tenemos de estar más a la vista y que gracias a ese mes, miles de personas leerán por primera vez alguno de mis libros. Eso para mí es suficiente y estoy muy agradecida a Amazon. Yo sola no lo hubiera conseguido.

domingo, 8 de octubre de 2017

Los personajes de una novela, mis compañeros


Cada vez que termino de escribir una novela siento un vacío. Como si los personajes que cobraron vida en las 300 o 400 páginas escritas reclamaran haber quedado sin futuro. O tal vez sea yo la que necesita de ellos, sobre todo de los personajes principales, a quienes no solo les doy vida; los sitúo en determinado lugar, en un período de tiempo, con unas características que conozco tan bien como si conversara con ellos todos los días y captara sus virtudes y sus defectos.

El último protagonista, Toni Montero, de la novela "La lista", tenía una forma de mirarme muy peculiar. Cada vez que contestaba a una de mis preguntas ladeaba la cabeza ligeramente y trataba de ocultar su ojo más pequeño, aquel que le cosieron mal en la prisión después de una reyerta. Y yo lo miraba procurando no poner demasiada atención en su nariz de boxeador por si lo hacía sentir incómodo. Pero jamás me reclamó haberle dado ese rostro. Se sentía conforme, hasta satisfecho, diría yo. Toni es un buen muchacho. Sensible, pese a todo lo vivido. ¡Cómo lo extraño!

Al mismo tiempo me alegra de que muchas otras personas lo estén conociendo. Estoy feliz de que salga a recorrer mundo, Lectores de España, Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, Alemania y, al igual que Kevin Stosskopf, Nicholas Blohm, Dante Contini-Massera y mi querido Waldek, creo que está gustando a la gente.

Y es que para poder situarme en contexto debo visualizar a todo el "personal", cada uno con sus manías, sus tics, sus locuras, sus facciones... porque para mí no hay nada más importante después de la historia que los personajes.

Ahora estoy escribiendo otra novela. "El sustituto". Un nuevo personaje, una nueva vida, un nuevo comienzo. Y, la verdad, estoy tardando un poquito en adaptarme a sus manías. Me había acostumbrado a Toni. ¡Pero qué se va a hacer!, ¡son los trotes en los que nos vemos envueltos los que escribimos historias!


¡Hasta la próxima, amigos!

viernes, 29 de septiembre de 2017

Katty, un cuento en una página para el fin de semana.

Escuchar el sonido de los pajarillos que hacían de cada madrugada un evento familiar, no restaba el temor de encontrarse en un lugar extraño. Levantarse todos los días cuando la penumbra aún no abandonaba el cielo y sentirse ajeno; ajeno en costumbres, extraño en despertares. ¡Cómo añoraba volverse en la cama y tocar el cuerpo tibio —y a veces demasiado caliente— de su mujer!, gorda ya, a los cincuenta, pero que él veía como cuando por primera vez le abrió la blusa y le subió el sostén porque estaba apurado, porque necesitaba, requería, deseaba ver cómo eran los senos que lo obsesionaban, de los que solo podía vislumbrar la punta de los pezones a través de la telas que actuaban como dos murallas infranqueables: la del dichoso sostén que, después se dio cuenta, no sostenía nada, porque sus pechos se alzaban con la misma gracia que dos cúpulas bizantinas; y la de la blusa, siempre cerrada, como si las quisiera resguardar del avance enemigo. Sí, del avance enemigo como el que tarde o temprano habría de enfrentar en aquella guarnición remota.

Dos años destacado con un cuerpo de soldados en un rincón perdido, porque la paga era buena y le habían prometido una jubilación excelente. Donde la única mujer a la vista era la vieja que preparaba los sofritos aderezados con grasa de pollo, a la que él casi se había acostumbrado sin que su estómago se resintiera. La vieja con canas hasta en los bigotes que lo saludaba con un golpe en la mano de su cuchara de palo, enorme y renegrida de tantas malas lavadas, anticipándose a su próximo movimiento: ¡deje eso ahí! Gritaba con su voz gorgoreante, parecida a la de los escasos pajarillos que merodeaban por la colina, buscando quién sabe qué de un terreno yermo con sólo dos árboles vetustos.

Pero esa mañana el cucharón de Katty no salió al encuentro de su mano. La cocina estaba vacía. «La vieja no viene hoy ni mañana», le dijeron. Nadie supo dar más información. Esa noche se revolvió en su colchón pensando en ella, en sus golpes, en su voz atiplada y chillona que parecía desbordarse cuando cantaba y que terminaba en los mentados gorgoritos de los que ella parecía enorgullecerse. No notó hasta el tercer día que de veras la extrañaba. No a ella. No. Era la presencia de una mujer, aunque fuese vieja, porque las mujeres tenían su propio modo de hacer las cosas, porque los pasos de una mujer, porque los sonidos de las ollas hechos por una mujer, y los golpes dados por una mujer, no tenían nada que ver con los de un hombre. Y hasta ese momento la presencia de una mujer en el campamento había significado un lazo con todas las demás. Con la suya, la que cuando dormía a su lado a veces estaba tan caliente que golpeaba su espalda con los talones. La vieja Katty representaba a todas las mujeres del mundo, y hacía una semana se había ido y él deseaba tenerla cerca, más que nunca, más que cuando su mujer fue por una semana a casa de su madre. Pero pasaban los días y Katty no regresaba.

Una semana que no dormía y apenas probaba bocado de las latas que el reemplazo, un tipo flaco y escuálido, se afanaba en abrir como un experto. «Esta es comida saludable, libre de gérmenes». «Estas son albóndigas empacadas al vacío», «en estos lugares debemos cuidarnos...» Más de uno lo mandó a la mierda. ¿A quién le importaba cuidarse en ese agujero? Todos estaban de mal humor, el tipo flaco y escuálido se convirtió en blanco de los insultos que se daban a bocajarro. Antes también se los lanzaban a Katty, pero era divertido. Lo hacían a escondidas o entre dientes, y preferían mil veces las porquerías que lograba condimentar la vieja, al antiséptico contenido de las latas. Todos la querían de regreso pero no lo manifestaban, se presentía en sus gestos, en las miradas a un horizonte plano, sin más árboles que los dos que hacían de quién sabe qué para los pájaros. Y quien esperaba con más ansiedad era él. Sentía que si la vieja Katty no regresaba moriría de mengua. La trataría mejor, haría cumplidos a su comida, le rogaría que gorgorease; ¿por qué nadie decía nada? ¿Volvería algún día? Ya las noches no tenían la mansedumbre que precede a la mañana, cuando sabía lo que le esperaba en la cocina. El canto de los pájaros le traía recuerdos de Katty, de sus pasos arrastrando sus sandalias, tan maltratadas como ella, ¿quién era Katty? Por primera vez se hizo la pregunta. ¿De dónde venía?, ¿tendría marido?, ¿hijos?

Ese día, todos se pusieron de acuerdo sin haber hablado. Tácitamente fueron llegando uno a uno al patio y exigieron una explicación: «¿Dónde estaba Katty?» «¡Queremos a Katty!»
«La señora Katty tuvo que ir a acompañar a su marido al hospital. Está tardando en regresar porque él falleció hace dos días. Mañana vuelve»
Silencio absoluto. ¿Katty era una señora? Fue lo primero que le vino a la mente. Era obvio que sí. Miró a los demás y en sus caras descubrió alegría, satisfacción por la respuesta. Todos empezaron a gritar de felicidad. «¡Katty vuelve!», «¡Katty vuelve!», gritaban como locos, y él también lo hacía. ¿Dijeron que mañana? Esa noche sería como las de antes. Casi un preludio amoroso, esperaría la fría madrugada y estaba seguro de que escucharía su horrible gorgoreo que esta vez sonaría a himno.

Mansamente extendió la mano cuando vio a Katty con la cuchara de palo. Ella lo miró con sus ojos como carbones y sonrió con tristeza. No le pegó. Bajó la mirada para ocultar las lágrimas que empezaban a asomar. Él entonces bajó la mano y se acercó a ella. La abrazó. Fuerte, como si quisiera traspasarle todos los abrazos de los hombres, y sintió en sus carnes flojas un cuerpo de mujer. Y Katty, la mujer, la madre, la hija, la esposa, la amante, la prostituta, la joven, la anciana, con el gesto milenario de mujer, le acarició el cabello y lo acunó en sus brazos. De pronto, recobró la compostura, sólo por salvar su honor se alejó de él y le dio un golpe duro, más fuerte que nunca, con la cuchara de palo. Agradecido, él bajó la mirada y se fue con el corazón en su lugar. Sintió que todo era como debía ser.

Blanca Miosi

viernes, 22 de septiembre de 2017

El secreto de saber vivir

Con el uso de las redes sociales nos llegan cantidades de información, y no es recomendable seguir todos los consejos sin antes consultar fuentes confiables. Los consejeros gratuitos (y también los no gratuitos) muchas veces no siguen sus propias recomendaciones.  Conozco gente que pregona todo el bien que hace a los demás; amistades, conocidos, familia, extraños… y dice que todo el bien o todo lo que se haga a los demás se devuelve. De acuerdo. De eso no hay duda. Pero no creo que deba irse por ahí contando lo que hace o hizo por los demás. Puede ser contraproducente. Recuerden que todo se devuelve…
También están los que recomiendan comer sano: prohíben la sal, el azúcar, las grasas, y una enormidad de cosas para conservar la salud. Sin embargo, ellas mismas son personas que sufren de migrañas, infecciones, problemas digestivos, virus… ¿será que a sus organismos les hace falta lo que prohíben comer?
También están los que aconsejan cómo adelgazar y cuando vienes a ver son más gordos que mandados a hacer.
Creo que todo radica en la moderación. Nuestro organismo necesita grasas, carbohidratos, proteínas, sales minerales, y toda clase de alimentos pero ingeridos con moderación. Una dieta exenta de sal es tan perjudicial como una salada.
Si hacemos el bien no lo hagamos para que nos vaya mejor. Hagámoslo porque deseamos hacerlo. Y, por favor: en silencio.
Tratemos en lo posible de no hablar demasiado de nosotros mismos. Eso de yo, yo, yo, yo… llega a cansar. Para conocer a las personas no necesito que me repitan diez veces qué hizo para llegar adonde se encuentra ahora, o si es brillante en su carrera, si es inteligente, si las demás personas le dijeron esto o aquello respecto de su inteligencia y capacidad. No. Obviamente, si se trata de promocionar nuestros libros debemos dar publicidad a todo lo concerniente a ellos y a uno mismo como autor, pero en la vida cotidiana es preferible pasar inadvertida.
Creo que no prestar demasiada atención a la imagen que los demás tengan de uno es la mejor manera de vivir en paz.  Eso de “fulano piensa que yo soy…” es algo que no nos debería importar, y de hecho no me interesa. Tampoco me interesa enfrascarme en largas discusiones para que mi idea sea la que prevalezca. Cuando veo que no hay manera de hacer entrar en razón a una persona, simplemente me quedo en silencio. Siento que es tan inútil seguir escuchándola como seguir hablando, y dejo que mi mente divague por caminos agradables. 
¡No sé cuándo dejaré de existir, y me parece una pérdida de tiempo prestar atención a las tonterías!
Prefiero disfrutar la vida, sonreír viendo el éxito y la alegría de los demás, guardar los secretos que a veces me veo obligada a escuchar, no contar mis intimidades, comer todo lo que me gusta sin caer en excesos. Y, por supuesto, leer. Y escribir.

¡Hasta la próxima, amigos!

sábado, 16 de septiembre de 2017

¿Puede la carta de un lector dar inicio a una novela?

Ser escritora independiente ha permitido que mis lectores tengan un contacto más directo conmigo, pues al final de cada libro dejo mi correo electrónico, algo que no ocurría cuando publicaba por editoriales y los libros salían en papel. La edición digital permite no solo dejar el correo; también los enlaces al resto de novelas de mi autoría, de manera que con un simple "clic" pueden tener acceso al resto de mi obra.
Una de las experiencias más anecdóticas que tuve, amén de conseguir muy buenas amistades de esta manera, fue la de conocer a un joven lector que se hallaba en Fob Fenti, en Afganistán (el sitio adonde llevaron a Bin Laden después de muerto). Los miembros de una misión, tres norteamericanos y cinco puertoriqueños, desplazados a ese sitio, leían mis libros en Kindle en los momentos de descanso. Leyeron "La búsqueda" y uno de ellos, Jorge Guzmán decidió escribirme:
Soy un soldado del ejercito de los Estados Unidos de Norte América, mi patria es Puerto Rico, actualmente estoy en desplazamiento en el norte de Afganistán. El propósito de escribirle es simplemente felicitarle por ten excelente tacto en el modo de escribir sus libros. Recientemente leí El niño que se enfrento a los nazis, me encanto lo fácil de la lectura, lo interesante en el paso de los acontecimientos y los datos históricos que abarca, para un lector aficionado como yo es estupendo ya que mantiene el animo de leer el libro para llegar a su desenlace. Me encanto que incluyera a Puerto Rico en la lectura. Recientemente comencé a leer El Legado y por lo que he leído me da la misma satisfacción de continuar leyendo, muy interesante. Luego comprare El Manuscrito, estoy seguro que es igual de interesante. Gracias por darme una herramienta para los momentos difíciles que paso en este teatro," la guerra", con sus libros alimento mi conocimiento como lector y hago de mi tiempo libre un verdadero entretenimiento. "Que Dios le bendiga".
 SPC. Jorge L. Guzmán Díaz
Ya se pueden imaginar mi asombro. Y también la emoción de saber que mis libros tenían lectores en tierras tan lejanas. Pero esa carta no quedó ahí. Seguimos en contacto y pude enterarme de algunas cosas más, hasta que cierto día Jorge me dijo que "por qué no escribía una novela relacionada con la guerra o lo que ocurría por allá". Así fue como nació "El rastreador". Y en esa novela el amigo más querido del protagonista es un puertoriqueño, al que le di las características físicas de Jorge Guzmán; (en la novela se llama Daniel Contreras). Reconozco que si no hubiese sido por este encuentro fortuito jamás se me hubiera ocurrido escribir algo relacionado con Asia Central. El libro fue un bestseller y hoy se sigue vendiendo.


Son las historias que subyacen detrás de una novela. ¡La comunicación con los lectores me ha traído cosas muy buenas!
¡Hasta la próxima, amigos!

miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿Qué tan importante es la portada de un libro?

¿Qué tan importante es una buena portada o carátula de un libro? Algunos dicen que de ella depende el que el lector potencial se anime a cogerlo de la estantería.
Primera portada
Si partimos del supuesto de que se trate del libro de un autor desconocido, esa premisa puede ser cierta. La carátula profesional y llamativa podría ser determinante en el momento de la compra por impulso, pues se trata de un autor nuevo. Sin embargo, en general existen varios componentes en la fórmula portada  + título + tema + autor, y por qué no: + tendencia.
Voy a hablar de mi experiencia.
Una de las portadas más contundentes  entre mis libros ha sido la que en su día, hace unos seis años ya, me obsequió un amigo, Mián Ros, la de “El manuscrito I El secreto”. Ahora que tengo más experiencia con todo el proceso de publicación, reconozco que no es una portada demasiado elaborada, pero sea por el color, el misterio que se desprende de ella y, por qué no, el título,  la novela se vendió en cantidades impresionantes cuando por primera vez la publiqué en Amazon, sin ninguna clase de promoción pues no estaba pendiente de ella. Ya había publicado “La búsqueda” y “El legado” en Amazon, pero no tuvieron la misma fuerza que “El manuscrito”. 


Portada editorial
Portada amateur
Yo lo adjudico a la portada y no tengo dudas de ello.
Para entonces, en mi ignorancia había publicado en digital “La búsqueda” con la portada original; me llamaron de la editorial y dijeron que no podía usarla pues era de su propiedad. Lógicamente la cambié. Busqué de manera desesperada una solución a semejante dilema, y otro amigo vino con la solución.  En lugar de los dos niños mirando sonrientes al cielo, la nueva portada apuntaba a un solo niño con una mirada seria, retadora, que es la que llevó a esa novela a ocupar el primer lugar del top general durante un año y tres meses ininterrumpidos. Tampoco tengo la menor duda de que gran parte del éxito se debió al contenido, pero la portada tuvo mucho que ver pues ya antes la anterior no había llamado la atención. No es una carátula profesional, recuerdo que entre Fernando Hidalgo y Jordi Díez trataron de darle el pixelaje necesario y Jordi buscó una configuración excelente de letras para el título.


Una portada profesional la tuve con “El legado” y “El rastreador”, en esta última al primer vistazo el fondo se confunde con el Capitolio, y luego no puede dejar de verse el segundo rostro. El del hermano del protagonista. Ambas portadas las ejecutó un diseñador gráfico al que recomiendo por su profesionalismo: Ernesto Valdez.
Portada inicial
Actualmente sucede algo extraño. Mi novela más reciente, “La lista”, publicada el 16 de julio de 2017,  la subí a Amazon con una portada muy sencilla. Digo esto porque se trata de un camino difuso con una arboleda de un lado y postes de alumbrado del otro; todo en color amarillo ámbar, no existen árboles verdes ni cielo azul. Un hombre camina con las manos en los bolsillos y eso es todo.  Para mí el significado era un largo camino recorrido por un hombre, el protagonista. Incluso LA LISTA es un título bastante lacónico, hasta predecible, aunque  el contenido no lo sea. Me arriesgué y creo que logré mi cometido. La novela poco a poco fue ganando lectores y se ha mantenido en el top general. Pero hace una semana un gran amigo mío me quiso dar una sorpresa. Él es un joven escritor, su primera novela es un thriller de intriga y suspense de éxito, y me obsequió con una carátula extraordinaria hecha por un equipo de profesionales conformado por diseñadores
Portada con fondo claro
gráficos, dibujantes, y fotógrafos. En cuanto la vi me enamoré de ella, en primer plano se ve el rostro de un hombre mirando hacia arriba en una actitud esperanzadora. Atrás, las celdas de la prisión de San Quintín. El contenido emocional es alucinante. Opté por cambiar mi sencilla portada y subí esta otra.
¿Qué sucedió? La novela empezó a bajar de manera alarmante. Cambié la portada por la que tenía inicialmente y empezó a subir de posiciones. Deduje que era porque en el formato Kindle las portadas muy  elaboradas no se detectan, sobre todo si son un poco oscuras, así que cambié el fondo y puse el camino color ámbar con los postes y los árboles y volví a subir la preciosa portada del hombre mirando al cielo. La novela volvió a bajar, es decir, dejaron de comprarla. Anoche volví a cambiarla por la portada inicial y empezó a subir de nuevo. Es lo bueno de Amazon, se puede cambiar la portada, corregir el contenido, volver a editarlo, las veces que sean necesarias. Tal vez más adelante la vuelva a cambiar, ¡quién sabe!

¿Qué significa todo esto?
La portada para la versión digital debe ser clara. El título y el nombre del autor distinguirse a simple vista. Una portada puede ser artística y muy elaborada, pero si no se distingue en el tamaño Kindle pasará inadvertida.  Pienso utilizar la portada del hombre mirando hacia arriba para la versión en papel, creo se verá magnífica.
Si desean una portada espectacular, banners impresionantes y un video que llame la atención, les sugiero contactar con Shadowboy,  tienen unos paquetes promocionales muy buenos. El que no haya resultado en digital en mi caso tiene muchas explicaciones. La gente compra mis libros porque ha leído los anteriores y la portada para Kindle debe ser más comprensible; algo que hay que tomar en cuenta a la hora de encargar una portada. Yo diría que también es muy importante leer el libro. Saber el contenido dará una idea más clara de lo que se trata.
Ahí les dejo mis reflexiones, ¡Hasta la próxima, amigos!

sábado, 9 de septiembre de 2017

¿Informe o novela?

Escribir es fácil. Hacerlo bien es difícil. Lo aprendí cuando ya había escrito varias novelas pero ninguna era buena. Como me dijo la directora de publicación de Alafaguara: “Tu historia es muy interesante pero necesita una profunda corrección. Está muy mal escrita”. Y así tenía varias. En aquel tiempo pensaba que todas eran obras maestras, ¡pero qué equivocada estaba!
Sin embargo debo decir a mi favor que las historias eran buenas. Lo único rescatable. Y lo único que me ha hecho sobrevivir como escritora, pues de no haber recibido esa crítica dura en aquellos ya lejanos días, jamás hubiese buscado ayuda para aprender a escribir.
Pero… ¿Se aprende a escribir? Claro que sí. Lo que no se aprende es a ser creativo, imaginativo y, por qué no decirlo: audaz. Porque se requiere audacia para exponer al público una obra escrita por uno.
Lo que nadie me enseñó es que una novela debe tener una historia.  Y que la historia debe tener un problema que debe ser resuelto.
Una relación de hechos por más que contenga datos interesantes, ya sean geográficos, costumbristas, paisajísticos, reflexiones, no es novela si no existe un problema, un protagonista, una contraparte, un nudo, varios puntos de giro y un desenlace. De no ser así estaríamos relatando simples experiencias, como si fuera un informe periodístico o un diario. Y una experiencia personal no puede ser interesante solo porque nos sucedió algo que para nosotros fue extraordinario; debe serlo para los lectores.
Algunas amigas piensan que cualquier problema personal es digno de una novela. Me refiero a tragedias familiares, como el abandono del marido, la muerte de un hijo, la pérdida de una fortuna, o la enfermedad incurable de alguien muy querido, y tal vez lo sean, pero no serán historias inolvidables si detrás de cada una de ellas no subyace el elemento sorpresa:
1.      Si el marido desapareció sin dejar rastro y de pronto se encuentran algunas pistas entre sus efectos personales que haga ver que pertenecía a una célula terrorista, era un espía secreto, o era miembro de una secta satánica, ya el abandono del marido se convierte en una buena historia.
2.       Si la historia de la muerte de un hijo va precedida por una enfermedad misteriosa adquirida a través de unas investigaciones que se realizaban en un laboratorio clandestino; o si después de su muerte empiezan a ocurrir fenómenos sospechosos; o si en realidad el chico no está muerto pero lo tuvieron que hacer pasar por muerto por asuntos relacionados con la mafia. O si descubren que después de muerto aparece otro joven exactamente igual a él…
3.       Si después de perder una fortuna la familia se entera de que el banco no es el culpable sino que existe una organización secreta que ideó un plan maestro y macabro para tomar posesión de la mansión donde vivían porque en sus profundidades existe un pasadizo secreto que lleva a la bóveda de un banco, uno que oculta una riqueza en la que estuvieron envueltos los nazis y por ese motivo no pueden sacarla a la luz…
4.       Si la enfermedad incurable del ser querido es exprofeso, y hay alguien que lo está envenenando…
Las novelas no son historias simples, deben ser muy interesantes y sus personajes también, porque el lector voluntariamente desea ser convencido de que todo lo que allí ocurre es posible que sea realidad. No es suficiente con escribir correctamente y ser un genio en gramática y estilo. Se requiere algo extra para componer una historia coherente con diversos factores que la enreden hasta el punto de no tener otro camino que encontrar una solución. 

Por poner un ejemplo: una historia que por el título parece ser predecible como LA LISTA, mi última novela, se vuelve absolutamente impredecible. Creo que es el secreto de las historias que enganchan, que quedan en la memoria del lector.

Y lo peor que podríamos hacer es crear falsas expectativas y dejar cabos sueltos tanto en la propia historia como en la sinopsis.

Como decía Anton Chejov:
Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí.
 ¡Hasta la próxima, amigos!

domingo, 3 de septiembre de 2017

Vivir las aventuras para poder contarlas

La primera vez que subí a un avión tenía doce años. Íbamos mi hermano pequeño y yo desde Lima a Satipo, una provincia de la parte suroriental del departamento de Junín, situada en la selva central del Perú. Después de tantos viajes en avión, al recordar ese primer vuelo no tengo memoria de haber sentido miedo, pánico o incomodidad, pese a que el avión era un Douglas DC-3 en el que los asientos iban de espaldas a las ventanillas y el espacio del centro era ocupado por la carga. Nos dieron algodones para taparnos los oídos porque el ruido era infernal. No recuerdo haber tratado de mirar a mamá que seguramente me hacía adiós pensando que yo estaba pendiente de ella. Ni pude escuchar lo que mi hermano trataba de decirme, ni los cacareos de las gallinas que iban en unas jaulas;

Glorieta, parque de Satipo.
 mi alegría por volar era tanta que lo único que me interesaba era mirar hacia atrás, a través de la ventanilla, para ver cómo el cielo limeño gris y opaco iba transformándose en uno azul intenso y sacudido después por relámpagos y truenos y luego oscurecido por una lluvia tan densa como jamás había visto en la vida. Pese a todo, no sentía miedo. suponía que volar era así, y ni por un momento pensé que el avión podría caer. Eso no entraba en mis expectativas. Yo solo me sentía feliz por vivir una gran aventura. Volaba a la selva. Vería cosas nuevas, gente nueva, y empezaría a estudiar en un colegio nuevo.

Años después subí por segunda vez a un avión para ir de vacaciones a Venezuela, corría el año 1976, y mi segundo vuelo fue en un DC-10 de Alitalia. Maravillada por el flamante avión con azafatas y asombrada por las comodidades, la comida y el que existiera baños, fue otra gran aventura. El miedo a los aviones empecé a tenerlos después, mucho después, y si me preguntan, realmente no sabría decir con exactitud a qué se debe. Tal vez he visto demasiados programas de catástrofes aéreas.
Cuando somos jóvenes no tenemos noción del miedo a lo desconocido, al menos era mi caso. Cada vez que debía enfrentarme a una situación ajena a mi entorno sentía curiosidad más que angustia, emoción, más que temor. Pero esa sana sensación se va perdiendo con los años. Me he vuelto más precavida, ya no sería capaz de subir otra vez al volcán La Soufriere, en plena erupción, como cuando lo hice en Guadalupe en el 77 a mi regreso de Europa. Ni mucho menos hacerme pasar por reportera en calidad de traductora para que me dejaran montar en un helicóptero para sobrevolar el volcán casi con medio cuerpo fuera sujetada por unos arneses.
La Soufriere, se nota la rajadura en la montaña. Foto actual. En el 77 todo estaba cubierto de cenizas.
Sin embargo, hoy en día también tengo otros retos. Ser escritora es uno de ellos. Cuando empecé a escribir y enviaba mis manuscritos a grandes editoriales y concursos conocidos tipo Premio Planeta o Alfaguara, una amiga, Cointa Marcano, me decía que yo era audaz. En el momento lo interpreté como un halago. Ahora sé que se refería a que yo enviaba mis escritos sin siquiera haber pasado una revisión y esperaba competir con los grandes. Eso es audacia. Y más escribir sin haber seguido un curso o un taller de narrativa. Ella es de las personas que no aprenden por el método de "ensayo y error". No. Mi amiga tomó un curso en el ICREA y cuando nos reuníamos me enseñaba lo que aprendía. Iba a mi taller de costura y hablábamos mucho. Aprendí varias cosas que puse en práctica, pero no fueron suficientes. Fue mucho después cuando aprendí de otra manera y de uno de los mejores maestros que he tenido. Y todo lo hice corrigiendo mi novela "La búsqueda". Después fue más fácil, ya podía detectar las fallas, las expresiones sin sentido, la falta de sintaxis, aprendí a evitar los pleonasmos, la falta de continuidad y también a utilizar los guiones para diálogos, a insertar los incisos adecuados; las digresiones oportunas, "el tempo" y "el ritmo" poniéndome en los zapatos del lector, porque para él escribo. Ese lector que compra mi libro y espera encontrar una gran historia.
Ahora que recuerdo algunos pasajes de mi vida caigo en la cuenta de que tal vez me guste escribir novelas de aventuras porque en el fondo soy una aventurera. Nunca dejé de serlo aunque ahora sea más prudente. Ahora hago que mis personajes vivan momentos que a mí me hubiera gustado vivir.
¡Hasta la próxima, amigos!