martes, 25 de diciembre de 2018

Lo que algunos no saben de la autopublicación

Existen muchos lectores y escritores confundidos cuando en alguna conversación se menciona a Amazon, sobre todo en una sociedad tan limitada en alcances tecnológicos como la venezolana pues tenemos más de una década de restricciones en el uso de divisas extranjeras, lo que hace imposible la compra por Internet, que es en la que se basan los métodos de lectura y publicación digitales.

La gente aquí conoce Amazon, claro que sí. Pero la conoce porque antes compraba todo tipo de mercancía; libros, incluso. Pero la mayoría de escritores no sabe que en esa plataforma puede publicar sus libros gratis a través del sistema Kindle Direct Publishing o KDP como se lo conoce en el argot de escritores. Algunos tienen una vaga idea de qué se trata, pero la información que les llega es sesgada, dando como resultado que nos miren como una “subespecie”: escritores que al no tener otra opción para ser publicados recurrieron a Amazon. Y no es así. Al menos no en mi caso. Fui publicada sin ningún contratiempo por editoriales de prestigio pero decidí hacerlo por Amazon por mi cuenta.

¿Fue porque mis libros no tuvieron acogida? ¿Porque eran muy malos? ¿Porque no se vendían? No.

Si así hubiese sido mis libros La búsqueda y El legado todavía podrían encontrarse en las librerías y la realidad es que están agotados. Me consta que se vendían a través de cadenas de librerías en Argentina, Uruguay, México, Colombia, Perú… pero una vez agotados los ejemplares no había reposición. Y si se buscaban en España, el país donde fueron editados, ocurría igual. No tuvieron la oportunidad de una segunda edición, no porque fuesen muy malos, es porque las editoriales están saturadas de nuevos lanzamientos y no se dan el tiempo necesario para promocionar los libros y esperar los resultados. Si un libro no se convierte en la primera semana de lanzamiento en un boom corren a buscar a otro que sí parece tener las cualidades de convertirse en el próximo gran bestseller.

Cuando los publiqué en Amazon empezaron a venderse por miles, tanto en formato digital como en papel. Aquí debo aclarar algo: Los autores que publicamos a través de KDP podemos vender nuestros libros en formato digital y también en papel, como cualquier escritor publicado por editorial. Y en audible, como todos
¿Te escondes tras un nombre de editorial
falso porque tienes vergüenza de decir
que eres autopublicado?
mis libros. Lo aclaro para quienes piensan que solo publicamos libros digitales.

¿Cuánto cuesta publicar en Amazon?

La publicación es gratis. Sea en papel o digital. Amazon cobra por la venta de cada libro como lo haría cualquier editorial, la diferencia consiste en los porcentajes:

Una editorial paga al autor entre un 8% a un 12% (en el mejor de los casos) por la venta de cada libro.

Amazon paga el 70% si el libro es digital y está arriba de US$ 2.99 como precio de venta al público, y el 30% si el libro digital está por debajo de ese precio. En cualquier caso la ganancia que se lleva el autor es mucho mejor comparada con la publicación a través de editoriales.

Por eso me asombra saber que todavía existen “editoriales” de autopublicación y me asombra más saber que hay escritores que pagan para ser publicados. Creo que los motivos son engañosos, pues piensan que la editorial de autopublicación correrá con todos los gastos de presentación, promoción y demás ofertas que hacen para captar al escritor y a la larga eso se diluye en nada; promoción cero y lo más importante: la edición absolutamente nula. He leído libros con fallas ortográficas y de estructura que dan vergüenza.

Cuando voy a reuniones de escritores aquí en Caracas que es donde resido y se enteran de que publico en Amazon, capto miradas de conmiseración. Y si se enteran de que soy una de las escritoras que más vende en Amazon muestran un gesto de amable comprensión. “Ah, claro, en Amazon”, sin saber que mis libros se leen en todo el mundo en varios idiomas y no solo en digital; también en papel y en audible.

¿Por qué el rechazo a los escritores que, como yo, son independientes? Por ignorancia. Para el mundo intelectual ser independiente es sinónimo de fracasado. Es no haber sido aceptado por ninguna editorial y tomar el camino de la autopublicación como último recurso porque no queda otro camino. ¡Qué equivocados están! Y me encanta bajarlos de su pedestal cuando les digo que he publicado y, de hecho, sigo haciéndolo a través de prestigiosas editoriales, porque ser independiente es eso: poder escoger con quién publicar y en qué términos, pues somos nuestros propios agentes literarios y elegimos lo que más nos conviene.

Autopublicar en Amazon no es motivo de vergüenza. Si se hace por las razones correctas es motivo de orgullo; nuestros libros llegan a rincones de la Tierra a los que jamás los llevaría una editorial y ganamos mucho más que con ellas, eso está clarísimo, sin embargo hay críticos de esta forma de publicación y sus razones son valederas: al tener la facilidad de publicar se lanzan al mercado libros sin corregir y en muchos casos mucha basura. Y tienen razón. Pero todo tiene su público. El lector acostumbrado a buenos libros desechará los malos, así de simple. En esto rara vez hay segundas oportunidades. Si un escritor por el apuro de ver su obra publicada pasó por alto la corrección ortotipográfica y de estilo tan necesaria para el estándar al que están acostumbrados los consumidores de libros, tendrá como consecuencia el ser borrado de la preferencia de los lectores aunque ponga en letras grandes: “Edición corregida”. Nadie lee un libro por segunda vez para verificar las correcciones, a menos que tenga alguna afinidad directa con el escritor.

El escritor independiente es libre de escoger en qué plataforma desea publicar. Hoy en día hay muchas además de Amazon, me he referido a ella porque es la más importante, pero hay muchas más y el mercado se expande:

Lulu 

¡Hasta la próxima, amigos!



miércoles, 12 de diciembre de 2018

"No puedo hacerlo" No va conmigo

Hace diecisiete años cuando empecé a escribir, no tenía idea de cuál sería mi futuro en ese renglón. Empecé haciéndolo como un pasatiempo; escribía un par de horas después de regresar del trabajo, entonces tenía un taller de alta costura en el que pasaba cerca de doce horas diarias que sentía que se iban volando porque siempre quedaba mucho por hacer. Horas que mis costureras y yo pasábamos entretenidas escuchando música, tocando telas, y yo la mayor parte del tiempo dibujando y diseñando nuevos modelos o tratando de hacer realidad los deseos de mis clientas que, en algunos casos, tenían la imaginación desbordada. Pero ese era mi deber: complacerlas. Decir "no puedo hacerlo" no cabía en mi vocabulario.
Creo que fue lo que me enseñó a buscar solución a todo tipo de problemas. Y también a la crisis. Esa crisis económica que veníamos arrastrando desde hace años y que ahora se ha agudizado. Tuve que idear nuevas formas de encarar el negocio, de formas de cobro, de formas de pago y de adquisición de materiales, todo aquello me mantuvo siempre con la mente despierta, la imaginación a tope y me acostumbré a trabajar bajo presión, y creo que es la mejor manera en que me desenvuelvo. El "no puedo hacerlo" no entra en mi vida.
Es uno de los motivos que me impulsó después a escribir en serio. Con la mentalidad puesta en publicar. Henry siempre decía que si se tiene algo se debe usar al cien por cien. Y eso abarcaba desde cerrar la puerta con doble llave, mantener los cajones cerrados, tener en casa todo en buen estado de funcionamiento para que nuestras pertenencias puedan usarse en el momento en que se requieran. "Si haces algo, hazlo bien, porque te costará el mismo esfuerzo", decía. ¡Y cuánta razón tenía! Por ejemplo: ¿por qué pegar un cierre torcido si coserlo recto toma el mismo trabajo? ¿Por qué pegar botones mal cosidos si hacerlo bien toma el mismo número de puntadas? ¿Por qué freír mal un bistec si hacerlo en su tiempo correcto es mejor?, y así todo en la vida, poniendo por delante la excelencia. 
Cuando empecé a escribir en serio, me dijo: "¿por qué no lo publicas?" Y no supe qué contestarle. Jamás se me había ocurrido que lo que escribía pudiera publicarse, ni siquiera sabía qué había que hacer para lograrlo. Y Henry fue al directorio telefónico y buscó en la letra "E". "Editoriales". Encontró una cerca del taller (para que no tuviera que perder mucho tiempo) y me dijo: Aquí puedes presentar el manuscrito. Era "La búsqueda". 
Así fue como empecé. Y comencé aprendiendo que no sabía escribir pues mi manuscrito fue rechazado, por suerte, acompañado de un par de folios en el que me indicaban los errores. Y como sabía que cuando se hace algo hay que hacerlo bien, me propuse aprender a escribir, porque no es verdad que se aprende a escribir leyendo buenas novelas. No, señor. Cuando uno lee simplemente se fija en la historia, no en los pleonasmos, falta de sintaxis, armonía de las frases, cadencia en la escritura, gramática o riqueza de vocabulario, simplemente se lee y punto. Es cuando uno escribe que se fija en ese tipo de cosas. 
Varios años después pude publicar mi novela a través de una buena editorial española. Seguidamente firmé con una agencia literaria también española muy conocida, y otra editorial publicó mi segundo libro: "El legado". Después de la primera experiencia nunca tuve problemas para que mis libros fueran aceptados por las editoriales, excepto una vez con "El manuscrito", e ¡ ironías de la vida, esa novela batió todos los récords de venta al publicarla en Amazon! Entonces una gran editorial me llamó y quiso publicarla.
Pero no puedo decir todavía que soy una excelente escritora a pesar de haber publicado diecisiete libros y de haber pasado por la criba editorial. Cada día soy más consciente de que tengo mucho que aprender, y cada libro que escribo procuro que sea mejor. Un nuevo reto, una competencia conmigo misma. Leo mis libros después de escribirlos con ojo crítico, como si no fueran míos, y si hay partes que considero malas, las modifico o simplemente las borro aunque a mí me parezcan hermosas, porque a veces escribimos cosas muy bonitas pero sin el sentido que requiere la historia.
Estoy escribiendo un nuevo libro: "Hijo del pasado". Y me estoy tomando el tiempo necesario para hacer una historia diferente, como cada una de las que he escrito. Creo que parte de ese espíritu desafiante que me quedó de mis años de diseñadora ahora lo vuelco a mis libros. Algunos pueden pensar que es una mala táctica, se supone que un escritor debe tener una línea, un género en el que se especializa, pero para mí es un reto escribir diferentes géneros y procuro no encasillarme. 
Hoy fui al cementerio. Un año más en el que dejo flores en la tumba de Waldek. Ocho años ya de su muerte y sigo recordando sus consejos, pues mucho de lo que soy ahora se lo debo a él. Sin embargo, la tumba en el cementerio rodeada de otras que al igual que la de él tienen sus debidas lápidas de bronce, todas iguales, no me hizo sentirme más cerca. Es un sitio hermoso pero impersonal, Es aquí, ahora, cuando escribo estas líneas que lo siento detrás de mí, mirando la pantalla y diciéndome al oído: Mój drogi Blanesko, niech to będzie zrozumiałe, proszę. /Querida Blanquita, haz que se entienda, por favor. Porque para él lo más importante era que mis escritos fueran claros, entendibles, no le gustaba adivinar lo que yo quería decir. 
Así lo estoy haciendo, Henry Waldek, ¿no ves cómo ha quedado esta entrada? hasta te incluí a ti.

Hasta la próxima, amigos.






jueves, 25 de octubre de 2018

¿Se debe estudiar para ser escritor?


El escritor ¿Nace o se hace?
Escribí mi primera novela en cuatro meses. No voy a hablar del contenido pues no viene al caso, pero era tanto mi entusiasmo que apenas puse la última letra le di a imprimir y de inmediato la mandé a encuadernar. La leyó mi marido, mi hijo, mi hermana y dos amigas y todos se mostraron encantados. Aún hoy dieciséis años más tarde, ellos siguen pensando lo mismo de esa primera novela, sin embargo, cada vez que yo leo la última versión de ese texto, (porque después hice como diez versiones) tengo deseos de guardarla en lo profundo del cajón.

Una de mis amigas decidió seguir mi ejemplo, pero lo hizo de la manera correcta: se inscribió en un taller de narrativa. Dieciséis años después no ha escrito la primera novela. ¿Por qué? Le pregunté. Dijo que se había dado cuenta de que escribir era más complicado de lo que parecía. Y yo se lo creo, pues cuando en esa época me trataba de explicar lo que aprendía en aquellos talleres que duraron más de un año, no pude entender de qué hablaba cuando mencionaba al escritor omnisciente, el nudo, los puntos de quiebre, el desenlace, la concordancia, la adjetivación, la perspectiva, la primera, segunda y tercera persona… en fin, que si yo hubiese comenzado a estudiar para ser escritora creo que hubiese tirado la toalla antes de empezar.

Con el tiempo y el método más a mano que tenía: el del ensayo y error, he logrado comprender todo aquello que en su momento mi amiga trataba de enseñarme; algunos puntos ya los ejercía yo por intuición desde el principio, y otros, no obstante, he tenido que aprender a ponerlos en práctica porque se trataba de mi supervivencia como escritora. De todo lo pasado deduje que para ser escritor lo importante es escribir. Y para escribir se necesita el deseo de hacerlo, debe ser un placer, más que una imposición académica y, sobre todo: haber sido un buen lector durante gran parte de la vida. Un lector atento, no como los muchos que leen y al escribir cometen fallas garrafales. Cuando uno tiene la intención de ser escritor lee de diferente manera, fijándose en algunos términos, en la puntuación, en cómo enfocar mejor una idea en palabras.

Día a día se aprende, y siempre hay de quién hacerlo, lo importante es escuchar las críticas, los elogios también, pues nos animan a seguir, pero debemos prestar atención a los que ven los defectos en nuestros escritos, pues no veo de qué otra manera se pueda mejorar.

Sé que muchos de los que escriben piensan que sus obras son maravillosas, y es posible que lo sean, pero si no tienen estilo, (y ya saben que cuando me refiero a estilo hablo de estilo literario, no del estilo particular de cada escritor), si las ideas no están expuestas con claridad, si los diálogos son insulsos y solo sirven de relleno y no para informar, que es la verdadera función de ellos, si se confunde la narrativa con largas explicaciones dirigidas al lector; o si en lugar de proseguir con la historia que se cuenta el autor se recrea en largas digresiones —no digo que las digresiones no deban existir, en algunos casos se escribe una novela remontándose al pasado de cada personaje, y lo mejor es hacerlo en capítulos separados—; lo que se intenta contar por más interesante que sea, resultará aburrido, y en muchos casos causará indiferencia. Y para lograr aprender a subsanar errores, es básico saber dónde están, de lo contrario nunca los encontrarán.

Mi recomendación es que una vez hayan terminado las primeras novelas, (ya saben que son capaces de escribirlas), acudan a un taller de narrativa. No antes. Puede ser contraproducente. Los talleres de escritura creativa como también se llaman, enseñan técnicas muy útiles y pueden significar la diferencia entre publicar o ser rechazado. Hace un tiempo un amigo que escribe y que no ha logrado publicar aún, me dijo algo muy curioso: «Sé que lo mío no es la escritura pues he estudiado ingeniería. Generalmente doy mis novelas a un par de amigos para que me las corrijan». Yo ni siquiera le pregunté si sus amigos eran escritores. No valía la pena. Me di cuenta de que no tenía idea de lo que es escribir.

Si el que escribe no es capaz de tener la suficiente autocrítica y capacidad como para corregir su obra, debe contratar a un corrector calificado, hay muchos que pululan en las redes y sus correcciones se limitan a la ortografía. Un buen corrector se fijará en todos los aspectos del texto, inclusive en las incongruencias históricas, musicales, artísticas y científicas. Particularmente pienso que todo aquel que aspire a escribir para el público puede prescindir de los estudios gramaticales si le causan tedio, pero tiene que realizar entonces un trabajo de lectura abundante, metódico y constante durante largo tiempo, a fin de empaparse en la esencia del lenguaje y adquirir agilidad, presteza y soltura en el manejo del idioma, que lleve sus escritos a otro nivel, en el que los lectores se sientan hipnotizados y no puedan despegarse de la novela una vez que la empiezan.

Sé de autores que escriben de manera impecable. Sin redundancias, sin cacofonías, sin rimas, sin repeticiones y sin lograr enganchar al lector. La tarea principal de un escritor es atraparlos desde la primera línea.

He llegado a la conclusión basándome en mi experiencia que primero se escribe y después se aprende.

¡Hasta la próxima, amigos!

miércoles, 17 de octubre de 2018

El mundo de los lectores digitales

Para todos los que publicamos (y autopublicamos) en Amazon o en plataformas similares es natural que pensemos que nuestros libros son muy conocidos en el mundo de la literatura, en el de los lectores, y también en el mundo editorial, y no es así. Vivimos dentro de una burbuja llamada Amazon. Solo tienen acceso a nuestros libros los que saben cómo comprar en línea, es decir, los que poseen una tarjeta de crédito o débito internacional y, obviamente, los que están familiarizados con las compras a través de Internet. Por eso, algunas veces cuando damos una noticia acerca de que alguno de nuestros libros ocupa el primer lugar en la lista de bestsellers, alguien salta diciendo que eso no es verdad. Que no somos bestsellers porque en su país ni siquiera conocen el título del libro. No sé si a ustedes, pero a mí me ha sucedido.

Creo que en parte tienen razón al pensar así. Ser bestseller significa ser el más vendido, pero los que publicamos por Amazon olvidamos que solo somos los más vendidos allí y en formato digital, pues a pesar de que publicamos también en papel, son las ventas digitales las que más cuentan. No cuentan las librerías ni otras plataformas. 


También publicamos nuestros libros en papel, pero el coste y el envío para algunos países hacen la compra prohibitiva, lo cual es una pena. Creo que con el tiempo mucha más gente se irá sumando a las compras por Internet y tal vez muchos de ellos lleguen a enterarse de que también pueden comprar libros a través de ese medio y quizá algunos lleguen a comprarse un lector electrónico. No será la mayoría, pero sí habrá algún avance al respecto. 


Mientras tanto debemos estar claros que los que nos leen son personas de avanzada, que se atrevieron a lanzarse a navegar en esta era digital y reciben las nuevas tecnologías con mente abierta. ¿Qué nos dice eso? Algo muy importante: escribimos para un segmento muy especial y dinámico de la población mundial, en este caso no hablo de edades, porque sé de personas octogenarias que prefieren la lectura digital por la comodidad, hablo de la mentalidad de nuestros lectores. Y lo que puedo decir es que me siento orgullosa de escribir para ellos.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Las tendencias literarias


Con los avances informáticos y la facilidad de obtener datos que brinda Internet, hoy en día es muy fácil ser escritor. Aunque no por el hecho de escribir todo el que lo haga, necesariamente lo sea.

El asunto se complica cuando la persona siente el deseo íntimo de plasmar en palabras escritas lo que desearía que leyera todo el mundo. Porque vamos a estar claros, se parte de la premisa de que se desea ser leído. Surgen entonces las complicaciones, porque no se trata simplemente de escribir, contratar una editorial y publicar. No. Una vez que se ha logrado autopublicar, la mayoría de los escritores desean pasar a otro estadio, empiezan a ser conscientes de que no es suficiente, es una cuestión de amor propio, orgullo personal, superación, o tan simple como probarse a sí mismo. Ser publicado por una editorial de verdad. Si fulano lo pudo hacer, ¿por qué no yo?

Publicar entonces se convierte en una obsesión, se empieza a perder el rumbo, los deseos iniciales de escribir y sentir placer al hacerlo, y la obra escrita se lee y relee, corrige recorta, alarga, hasta el punto en el que ya no se sabe bien si lo que se desea es publicar para que el mundo disfrute con la obra, o si lo que se quiere es competir.

Pero la competencia en un mundo tan complejo y reducido, debido justamente a Internet, las redes sociales, los avances informáticos, hace que existan enormes cantidades de escritores tras las mismas editoriales, los mismos agentes literarios y cuando vienen a ver, todos reducidos a un mismo punto geográfico.
Surge entonces el estudio de mercado.

¿Quién lo iba a decir cuando frente a la pantalla en blanco nació la primera historia que parecía tan perfecta, tan única, tan sofisticada, tan…?

Resulta que para ser un escritor publicable no basta con ser un buen escritor, que ya es bastante difícil: se debe estar al día con las tendencias. Sí, señor. Las tendencias. Y no es algo que se haya implantado ahora, han existido desde que el hombre empezó a escribir para deleitar al público. Sucede que hoy todo es más rápido, violento, y como dicen: «global».

Por tanto, para poder llegar a la mesa del editor, o siquiera a que el manuscrito sea tomado en cuenta para su lectura, se requieren dos cosas: Una sinopsis breve (para que tengan tiempo de leerla) y un tema que cumpla con las tendencias. ¡Ah, me olvidaba!, debe, en lo posible, estar bien escrito.

¿Y cuáles son las tendencias actuales?
En primer lugar:

Acción: La época del Ulises de Joyce quedó atrás. Y aun hoy en día creo que Joyce está reservado para unos pocos, con o sin acción.

Diálogos: Si un lector hojea el libro y observa partes extensas de descripción o narrativa que no lleva a nada concreto, con seguridad lo dejará de lado. Ya no es tiempo para regodearse en supremos momentos de creación literaria.

Trama: Debe ser complicada y enredada, pero ojo: contada de tal manera que sea fácil seguirla.

Gancho: Una de las principales características es lograr atrapar al lector desde el primer párrafo de la primera línea. Hay algunos que en la primera línea describen una matanza: «Todos estaban muertos. El cielo se había oscurecido y aquello se alejaba a gran velocidad. Solo un niño de oscura mirada fue el sobreviviente: El elegido». (Algo así).

Tema: Si es de oscuros secretos religiosos, tanto mejor, pero también se vale partes históricas desconocidas, confabulaciones de sectas para acabar con el orden mundial, vampirismo, (eso todavía rinde) magia envuelta en una pátina de realidad, y sería bueno contar con lo que llaman ahora novela negra. Un poco de romance no estaría mal (solo un poquito si es novela negra) y algo de sexo, preferiblemente no explícito, porque aunque parezca mentira, la gente que acostumbra leer prefiere otros métodos más gráficos, cuando se trata de calentarse. Si son escritores de novela romántica no tendrán mayores problemas para ser publicados por tantos sellos especialmente creados para esta clase de novela. Es la que más vende y la que más se lee.

Título: Imprescindible. Puede ser tan disparatado como cualquiera de los títulos de Stieg Larsson, pero no lo recomiendo, a no ser de que tengan un nombre y apellido parecido al de él. Lo importante es que llame la atención.

Portada: Aunque hay algunos libros con portadas muy sencillas, los ojos de los lectores se irán tras una magnífica portada, clara pero sin demasiadas alusiones al contenido, me refiero a que no pretendan que sea la portada la que cuente la historia.

Creo que he cubierto todos los frentes. Si alguien logra cumplir los requisitos, comprenderá que para ser escritor hoy en día, es necesario empezar por el mercadeo.
B. Miosi

domingo, 9 de septiembre de 2018

¿Somos los escritores objetivos al comentar los libros de los amigos?

Ya hace tiempo no comento en Amazon. No por temor a las represalias, como podrían pensar algunas personas, porque no sé qué represalia podría tomar contra mí el escritor que reciba mi opinión. Es porque no sucede nada. Si pongo una estrella a una novela es porque el libro está tan mal que con seguridad no lo habré terminado de leer. No soy masoquista. Y tampoco me considero capacitada para criticar un libro ni para indicar cuántas estrellas merece.

Lo que dijo Oscar Wilde: «No hay libros malos, solo mal escritos”, puede ser cierto, eso lo captan los lectores sin necesidad de ser grandes críticos literarios. Los libros gustan o no gustan. Hay algunos que son «interesantes», pero el argumento está tan mal planteado que se hace difícil leerlos.

«Un libro que gusta es aquel que se desliza como la seda, sin nudos, sin que nada sobre ni falte».

Seguramente más de uno leyó lo que acabo de escribir en rojo y hasta es probable que estuviese de acuerdo. Pero un libro no puede deslizarse como la seda. No tiene sentido lógico. Son las palabras que contiene las que deben deslizarse como la seda:



 «Cuando un libro está bien escrito, su narrativa nos envuelve, nos abstrae del mundo, sus letras se deslizan como la seda y será imposible dejar de leerlo hasta el final». 

Mucho mejor. Requirió de mejor utilización de los términos, mayor descripción y al mismo tiempo absoluta rotundidad.

El error que señalo es muy frecuente en la narrativa de los autores. Los correctores no son capaces de «ver» errores de lógica, de continuidad o de estructura. A lo más, se fijan en la sintaxis, ortografía y algunas veces en las redundancias. La razón es muy sencilla: la mayor parte de ellos no son escritores.

Se hace mucho hincapié en que hay muchos bodrios entre los libros autopublicados. Es probable que tengan mucha razón, y es más que probable que los que yo escribo estén en la línea de la mediocridad. No me considero, como lo he afirmado muchas veces, una gran escritora. No estoy capacitada para emitir críticas, a lo más un comentario razonable, si el libro me ha parecido a mi juicio, excelente. Pero de lo que sí estoy segura, es de que la mayoría de los escritores que critican los libros de manera negativa, se consideran a sí mismos, muy buenos.

Es difícil ser objetivo con uno mismo, y cuando las críticas provienen de escritores amigos, generalmente no es muy confiable. O tienden a ser demasiado halagüeñas o pueden ser mortalmente «honestas». Mis libros han sido criticados por escritores cuyos libros según mi opinión están mal escritos. Pero no por ello me ofendo, aunque tengo la creencia de que el escritor que se atreve a poner un comentario a otro autor dando recomendaciones, lo hace más para figurar que por el deseo de servir. Igualmente sucede con algunos lectores que recomiendan no comprar la novela. Lo deseable sería que ellos dejaran su opinión y el siguiente lector sabrá si la comprará o no. Nadie tiene que decirle qué debe hacer.

Según veo el asunto existen dos clases de escritores: los que escriben por hobby y los que lo hacen porque sienten la imperativa necesidad de escribir.

En ambos casos se requiere de un constante aprendizaje y mucha práctica. Porque no por ser un hobby se debe hacer un mal producto. Y los que se sienten realmente escritores, deben preocuparse más por sus propios libros. Mejorarlos para hacer de ellos un libro inolvidable y empezar el próximo como si esa fuera su última oportunidad de escribir. No enfocarse en lo mal que lo hacen los demás. Necesitamos un poco de cordura y de humildad.

¡Hasta la próxima, amigos!

jueves, 19 de julio de 2018

El autor detrás del libro


Empecé a leer desde muy niña. A la edad en que la mayoría suele jugar con muñecas yo prefería olvidarme del mundo que me rodeaba y vivir otras vidas. A medida que crecí empecé a desarrollar un profundo respeto por los autores, los imaginaba como seres especiales; había que serlo para escribir acerca de temas tan diversos, en ocasiones tan profundos que dejaron huella en mi manera de pensar.  En mi imaginación cada escritor tenía una personalidad característica que yo detectaba a través de sus letras, de la manera de expresarse, de plantear las situaciones, y hasta ahora pienso así.

A través de la escritura se puede conocer a la persona que está detrás, aunque no acostumbre hablar de sí misma. Se puede intuir cómo es, qué le gusta, su cultura, su manera de ser y hasta sus modales. Al menos es lo que me sucede y cuando he conocido en persona al autor de un libro no me he equivocado. No sé si les sucederá a todos los lectores, reconozco que me gusta ir más allá de lo que leo. En ocasiones me detengo en la biografía que aparece en los libros más de una vez tratando de identificar la sonrisa de la foto que la acompaña. Pero una foto es más difícil de definir, generalmente se posa. Y cuando es así, no se está siendo sincero. Y es normal, se trata de causar la mejor impresión, exhibir nuestro mejor ángulo, la mejor sonrisa o la mirada más inteligente posible. Con la escritura es diferente. No hay manera de ocultar lo que somos; lo digo ahora que escribo. A veces pienso que a través de mis novelas la gente me conoce mejor que yo misma.

¿Alguna vez te has puesto a pensar en la persona que está detrás del libro?

sábado, 7 de julio de 2018

Qué es lo que engancha en una novela?


¿Qué es lo que engancha en una novela? Me preguntan de vez en cuando.

Una constante en los comentarios de mis novelas es la frase: “Me enganchó desde el comienzo”, y no lo digo para vanagloriarme, aunque saber que muchos de mis lectores quedan atrapados desde la primera página me haga sentir intensamente satisfecha porque tuve esa intención al escribirla.

He leído muchas novelas de todo género y algunas me han resultado bastante aburridas al principio. Latosas, con descripciones interminables que no llegan a cuajar en nada determinante que me dé un motivo para seguir leyendo aunque página tras páginas esté repleta de metáforas deliciosas, paisajes espectaculares o un personaje que se asoma interesante.

Desde mi punto de vista una historia debe tener un objetivo, de manera que plantearlo desde el comienzo o al menos mencionarlo someramente crearía cierto nivel de curiosidad que no se logra con la descripción de un pueblo sin haber esbozado, por ejemplo, el motivo por el que el personaje vive determinada situación.

Por poner un ejemplo escribiré dos párrafos que narran lo mismo pero se leen diferentes:

Ejemplo 1:
Antonio era un sujeto fuerte, acostumbrado a las labores propias de un hombre dedicado a labrar la tierra. Era fornido, de cabello desgreñado y vivaces ojos negros. Ese día, como tantos otros, caminó hacía su sembradío de maíz pensando que tal vez esa temporada las lluvias permitirían humedecer lo suficiente el suelo para que el maizal diera mazorcas con enormes granos como los de Teófilo. Las nubes como pedazos de algodón inmóviles en el cielo parecían observarlo y, a lo lejos, al pie de las colinas se extendía el campo de su vecino, siempre ordenado, como si cada tallo de maíz fuese un soldado esperando una orden. Filas y filas de ellas, con sus largas hojas verdes elevadas gentilmente hacia el cielo. No era un cielo que prometiera lluvia, y sus tierras no contaban con un pozo como el de su vecino. Supo que tendría que tomar una decisión.

Ejemplo 2:
El cabello desgreñado de Antonio apenas dejaba ver sus penetrantes ojos negros que avizoraban a lo lejos, al pie de las colinas, el campo bien cuidado y ordenado de Teófilo. Al contrario del suyo, sus tallos de maíz tenían el aspecto de un ejército de filas verdes y rectas esperando una orden. Filas y filas de ellas, con sus largas y elevadas hojas verdes. Alzó un enorme tronco caído que estorbaba el camino como si fuese una simple rama y se fijó en el suelo seco. Necesitaba suficiente lluvia para humedecerlo, de lo contrario su maíz se secaría, y el cielo azul y las nubes estáticas no contribuían a ello. Observó su maizal desordenado y supo que sin un pozo como el de su vecino, sus hojas verdes se tornarían amarillas. Tendría que tomar una decisión.

En el primer párrafo se describe a Antonio tal cual: fornido, desgreñado y de vivaces ojos negros. Se sabe que tiene un campo de maíz que no prospera como el de su vecino (y ojo: los granos no son de Teófilo, son de las mazorcas). Hay partes descriptivas del cielo azul y de las nubes blancas estáticas sin motivo aparente. El campo de su vecino es mejor, ordenado y Teófilo tiene un pozo.

En el segundo párrafo Antonio no está meramente descrito. La descripción de su físico va asociada a un elemento indicativo: tiene la vista penetrante porque puede ver a lo lejos el pie de las colinas, y se menciona el cabello desgreñado porque podía taparle los ojos. Se nota que es fornido: levanta un tronco sin esfuerzo y nota el suelo seco. Cada palabra o descripción tiene un sentido práctico, no meramente paisajístico. Y por si no han observado, no existe la palabra “era”, un verbo que se usa más en la narrativa infantil: “Érase una vez”, “era una vez”, “era una casa con techos altos y paredes blancas”, en lugar de “La casa de techos altos y paredes blancas…”. En mis primeras novelas yo utilizaba mucho “era”, “estaba”, “porque”; esta última una conjunción que si se puede evitar, se logra una frase más elaborada y armoniosa:
Consideraba que no necesitaba estudiar porque era rico.
No necesitaba estudiar, tenía como pretexto su riqueza.
Hacer un primer párrafo de una novela o escribirla completa con la intención de que sea interesante y enganche es fácil si se tienen en cuenta estos tips. Los fui aprendiendo a medida que escribía. Es la diferencia entre un escritor novato y otro con cierto recorrido, la experiencia siempre cuenta.

Espero haber sido de alguna utilidad.


jueves, 5 de julio de 2018

Crítica a El Sustituto de Blanca Miosi, por Lidia Salas


Hoy temprano recibí una grata sorpresa en mi correo. La carta de Lidia Salas, una lectora y crítica literaria que me envía sus impresiones de mi más reciente novela.

EL SUSTITUTO  DE BLANCA MIOSI: UNA LECTURA INTERESANTE

              He sido una lectora fiel de los libros de Blanca Miosi. Quizás he encontrado en su lenguaje un ritmo que se acopla al de  mi respiración según teoría de Gabriel García Márquez, para escribir un libro que no deje escapar, a quien ose abrir una primera página.
            Muchos de sus libros son best sellers. A diferencia de otros autores,  quienes piensan en la literatura como un arte puro con un número reducido de lectores exquisitos,  pienso que el objetivo de todo escritor es despertar el interés de muchas personas. Es oportuno mencionar, que aunque textos basura  con un manejo excelente de mercadeo, pueden lograr éxito en su distribución y venta, no es menos cierto, que obras de reconocido valor literario, como las novelas del ya citado Gabo y de Milos Kundera, han logrado millones de seguidores en los muchos idiomas que su narrativa ha sido traducida.  Autores  que no han tenido la fortuna de despertar el interés de críticos  pero  escudriñaran la estructura del relato,  como  la profundidad de los  personajes, sin embargo, han quedado en la lista universal de escritores por sus obras de buena factura y el desarrollo temático de  innegable interés. Esta reflexión pretende derrumbar el mito que cataloga con desprecio y minusvalía a las obras  que han logrado  buenos records de venta. 
          Al llegar a la última página de esta novela de Blanca Miosi, conservo  la imagen de personajes muy bien estructurados, no sólo en el desarrollo de su prosopografía, sino en la habilidad para mostrarnos la agitación de sus mentes y de sus almas a través del monólogo interior.  Es así cómo comprendemos la antipatía de Mark Carter, por su padre, un militar de alto rango, asesor de programas de seguridad militar de los Estados Unidos de América.  Su angustia ante lo irreversible de su enfermedad y sus dudas sobre lo que significa el amor y la felicidad. A diferencia de otras novelas, también muy interesantes de la misma autora, destaco su habilidad para entregarnos personas humanas verosímiles que se quedan en el imaginario del lector. Fedor Mogliani, es el protagonista positivo, cae quizás en el estereotipo del estudiante inteligente, correcto, sensible y siempre dispuesto a hacer lo correcto.  A quien sin embargo, a pesar de sus dudas y sospechas de las intenciones algo turbias de su mentor, el ambicioso  investigador  de la biogenética: Peter Dodum, accede a sus propuestas, desencadenando hechos que mantienen a quien sigue los capítulos de la ficción, amarrado al hilo cronológico lineal de la novela.  
             En cada nueva entrega, se aprecia la rigurosa investigación de quien se atreve a incluir en el tema de sus páginas, asuntos tan serios como la experimentación en la cura de la Fibrodisplasia Osificante  Progresiva,  enfermedad que aqueja al protagonista, al igual que programas de seguridad militar y el manejo de aviones, en una manera tan convincente, que nos hace reconocer el oficio cada vez más cierto de esta escritora de best sellers.
             Toda novela desarrolla uno de los nueve temas planteados en la literatura clásica griega, pero, es el tratamiento humano  de las  historias, los rasgos y parlamentos de los personajes, lo que hace la diferencia entre un bodrio y una obra digna de ser recomendada.   EL sustituto plantea un tema aderezado con actuaciones retorcidas de algunos de sus personajes, lo cual comunica intensidad a los acontecimientos que se suceden. El protagonista en estas páginas, no sólo recuerda la poesía inglesa memorable, sino que él mismo escribe sus propios versos para exorcizar sus angustias, lo que concede al lector identificarse con tal personaje
         Estaba en deuda con alguien que me ha concedido con su escritura, momentos de intensa lectura.  Recomiendo ampliamente esta nueva novela por su lenguaje pleno de descripciones exactas y en ocasiones hermosas,  por la humanidad de los personajes y por la manera interesante y verosímil de unas páginas que finalmente, celebran la vida y el amor de pareja. Los personajes femeninos, muy bien logrados: Candence Mogliani la madre, o la enfermera que cuida a Mark, y sobre todo Bertha, a quien se presenta con un toque misterioso al principio de la obra, pero  quien está libre de estereotipos y logra convencernos con la sencilla personalidad de una lugareña.  Éxitos como siempre.
 
Lidia salas
Poeta / Ensayista
4 de julio del 2018

viernes, 22 de junio de 2018

Entrevista en EL QUINTO LIBRO, por Víctor Mirete.

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Víctor Mirete, escritor, autor de la Saga de Ficción Histórica de Frédéric Poison, me entrevistó para su página "El Quinto Libro", una página excelente que aconsejo visitar.

Blanca Miosi: “Aprendí que publicar a través de editoriales no es la panacea para ser leída.”

  • Con la autora peruana de La búsqueda cruzamos por primera vez el atlántico en El Quinto Libro.

  • Escribir, escribir, escribir y escribir. Esas son las palabras que mejor definen a una mujer que domina el mundo literario desde la A hasta la Z. Ha sabido hacer de la palabra escrita un modo de vida, y lo hace sin rehusar las nuevas tendencias y la nueva forma de ofrecer literatura al mundo, pero también sin perder la esencia de lo que significa ‘el negocio’ de ser escritor. Es tan honesta con los nuevos tiempos como con la verdadera identidad de la literatura. Esta escritora es un pez en el agua de la era digital online y tiene un océano entero de seguidores que avalan su ya dilatada carrera y producción.
Ella es Blanca Miosi, novelista peruana residente en Venezuela. Necesitaríamos muchos renglones para nombrar todas sus obras publicadas, pero entre ellas destacan algunos títulos como la trilogía de El manuscrito, La lista, El rastreador, Dimitri Galunov y un largo etcétera más. Su carrera comenzó en 2008, con una novela ‘La búsqueda’, basada en la vida de su esposo, superviviente de Auschwitz y Mauthaussen, obteniendo una gran acogida internacional. Desde entonces, no ha parado de escribir y publicar; pero también de mostrar su experiencia en las redes sociales y en diversos programas de radio en los que ha trabajado.
Siempre dispuesta a charlar, a enseñar y aprender, Blanca nos brinda la posibilidad de saber más de ella con esta entrevista que nos apetece comenzar así.
  1. Si unes éxito y Amazon en una ecuación, con casi total seguridad nos dará como resultado Blanca Miosi. ¿Has buscado ese triunfo o él te ha buscado a ti?
Ambas cosas. Creo que un escritor ansía ser leído, es el motivo que me llevó a dar lo mejor de mí en mis libros. Como resultado obtuve la respuesta de un público que poco a poco me dio a conocer. Aclaro que el triunfo todavía lo sigo buscando.
2. ¿Es condición indispensable hoy día triunfar en el mundo digital para poder soñar con vivir de la literatura?
En muchos casos sí. A menos que en un primer libro te apoye una gran editorial dispuesta a jugarse el todo por el todo con tu libro. Para ello tendrías que escribir una novela espectacular, fuera de serie, que una vez lanzada al mercado se sostenga por sí misma. Lo bueno de la publicación digital es la facilidad y el que puedan saber de nuestra existencia en todas partes del mundo. Y, si sumado a eso, tienes un buen material, podría decirse que la mitad del camino está hecho.
3. ¿Para quién escribes?
Para mis lectores. Siempre lo hago pensado en la reacción que podría tener un lector con los diálogos de mis personajes, las escenas que describo y las elipsis en la historia.
4. Nunca te has escondido. Eres crítica con el mundo literario cuando algo no entra dentro de tu forma de ver el negocio literario, y lo haces siempre con el respaldo de la educación, el respeto y la experiencia, pero ¿Te callas más de lo que hablas o viceversa?
Creo que eso viene por mi manera de ser. Nunca he sido persona de seguir doctrinas, llámense política, religión o simples grupos que manifiestan alguna adhesión hacia algo. Soy fiel a mí misma, tengo mis propios criterios y si debo exponerlos simplemente lo hago. Sin embargo, como bien intuyes, a veces prefiero callarme porque considero que la discusión estéril no vale la pena. No se puede discutir con personas que tienen criterios cerrados.
5. Todo éxito conlleva detractores y gente que trata de ensuciar la imagen que proyecta el triunfador ¿Cómo se combate con la envidia que puede generar el éxito?
En toda persona hay un gusanillo de envidia. El que diga que es un santo miente. Yo trato en lo posible de no dar importancia a la envidia de otros, así como procuro mantener a raya mis propios sentimientos respecto a los demás. No puedo negar la envidia que me produce leer a Grisham, Gordon o Follet, pero, ¿quién está libre de ella? Creo que en cierta forma nos ayuda a superarnos, a desear ser mejores.
6. ¿Crees que el negocio de la literatura es un escaparate engañoso y pendenciero?
Me causa asombro cuando ciertos escritores proclaman ventas con cifras imposibles que se caerían con un simple cálculo aritmético, o que se proclaman a sí mismos los mejores, pero eso no es nada comparado a las trampas que pueden hacerse para escalar posiciones en las listas de Amazon. Unas listas que al fin y al cabo no ven sino otros escritores, porque los compradores “normales” poco se fijan en ellas. El primero de los casos hasta podría perdonarse, pues es una estrategia de marketing; en el segundo, el asunto se convierte en una estafa que a la larga se revierte a sus propios autores. Hecho comprobado.
7. Se publican millones de libros al año ¿Crees que hay poco filtro, poca autocrítica o mucho ego en los autores de hoy día?
El poco filtro y la poca autocrítica es el resultado de un elevado ego. Es impresionante la cantidad de autores que piensan que escriben bien y son apoyados por otros que tampoco escriben bien. Un círculo vicioso del cual es muy difícil salir a menos que dejen el ego de lado.
8. Nos separa un gran charco, y eso a veces, genera una visión desacertada de la realidad. ¿Cómo está el mundo literario en Latinoamérica?
En Latinoamérica la literatura es considerada una especie de culto. Muy raras veces un auto publicado tiene éxito por estos lares porque son vistos como parias, es decir: escritores fracasados. Espero que esa percepción cambie y con la incursión de Amazon den más crédito a la nueva generación de autores provenientes de la generación Amazon. Menciono a esta empresa porque es la más relevante, pero se aplica a cualquier otra plataforma de auto publicación.
9. ¿Puede llegar a ser un escritor latinoamericano una persona relevante en su país?
Por supuesto. Por estos lados tenemos muchos buenos ejemplos: García Márquez, Vargas Llosa, Borges, Reverte… Y acercándome más a estos tiempos algunos autores ganadores de Premios como Alfaguara y Planeta por mencionar a los más prominentes: Jorge Volpi, mexicano; Santiago Roncagiolo, peruano; Laura Restrepo, colombiana; Eduardo Sacheri, argentino, Skármeta, chileno; Bryce Echenique, peruano, entre otros.
10. Vamos a relajarnos un poco, si te parece, y hablemos de tu obra. ¿Cómo definirías tu obra si la vieses de forma global desde fuera?
Si la viera como un lector supongo que tendría mucho cuidado en empezar a leer alguna de mis obras. Soy inclasificable. Y esto para algunos lectores puede llamar a confusión. Me desenvuelvo en géneros diversos: historia, ciencia-ficción, thrillers… y estos géneros escritos por una mujer, que, además, no es española, y que por último, vive en Venezuela, es un hándicap que debo sortear, pero una vez superado creo que consigo lectores fieles.
11. Las que más resuenan a este lado del charco son La búsqueda, El manuscrito o La lista, pero, ¿tienes alguna predilección entre tus obras?
Tal vez La búsqueda por ser la primera y por tratarse de un tema que me llega en lo personal, pero creo que he escrito varias que valen la pena: El manuscrito, El rastreador, La lista, El sustituto, El legado, todas de diferentes temáticas.
12. La búsqueda ha sido la novela en español más vendida de todos los tiempos en Amazon. ¿qué tiene esta novela que todo el mundo la lee?
Probablemente sea porque es la historia de un chiquillo que narra sus experiencias con los nazis desde una visión no judía. Por otro lado no se limita a esa parte de la historia. Crece, se convierte en hombre y ya en América su pasado lo acosa, es perseguido por el Mossad, por los nazis, y está presente en la tragedia de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. En pocas palabras: no es una historia más de campos de concentración o de nazis.
13. Tus novelas están traducidas al inglés, francés, alemán, turco y el próximo año saldrán en idioma chino. Has cubierto el ochenta por ciento de los idiomas del mundo. ¿Has alcanzado el límite de tus sueños o aún te quedan más sueños por alcanzar?
Dos de mis novelas están ya a la venta en chino: La búsqueda y El manuscrito, y no creo que haya cubierto el ochenta por ciento de los idiomas del mundo (risas), el límite de mis sueños aún no lo he alcanzado, creo que me falta mucho y ojalá me quede vida para llegar a él.
14. La novela romántica no va contigo a la hora de escribir. Y a la hora de leer ¿tienes algún género eliminado de tus intereses?
La novela romántica me gusta. Las que no me agradan son las románticas-rosa-eróticas, porque creo que son clichés basados en lo que algunos autores piensan los puede llevar a la fama. Tampoco me agradan novelas de zombis, vampiros, o las extremadamente fantásticas. Paso de ellas.
15. Has publicado a través de las editoriales españolas Ediciones Roca, Viceversa y Ediciones B. ¿cómo fue esa experiencia?
De comienzo muy buena con todas. Aprendí que publicar a través de editoriales no es la panacea para ser leída. A pesar de que mis novelas tuvieron buena acogida no llegué a lo que había esperado; como no tenía tiempo que perder, publiqué simultáneamente la versión digital en Amazon. También hay que decir que para una persona que vive fuera de España es muy difícil hacerse conocida a través de editoriales españolas. Sin presentaciones y demás era de preverse. Todavía hoy donde más vendo es en este lado del mundo, específicamente en Estados Unidos.
16. Estás en contacto directo con tus escritores y eres una escritora tremendamente activa en cuanto a promoción y visibilidad. ¿ha cambiado la forma de entregar y vender literatura a cómo se entendía décadas atrás?
Mucho. Antes el escritor vivía en una especie de burbuja. Era un ser ajeno, alejado de sus lectores. Hoy ha cambiado, todo escritor tiene una página Web, frecuenta Twitter, Facebook, Instagram, claro que hay escritores consagrados que no tienen necesidad de promocionarse ni de hablar de sus libros porque tienen un público cautivo, pero en líneas generales se han “humanizado”.
17. Hablemos un poco de tu proceso creativo ¿Dónde, cuándo y cómo escribes?
Escribo en un rincón que tengo en casa. Es mi sitio. Lo hago por las mañanas, antes lo hacía de noche pero me he dado cuenta de que por las noches tengo la vista cansada. ¿Cómo escribo? Directamente en el teclado. No escribo a mano, solo de vez en cuando tomo notas, casi todo lo tengo en la mente, puedo escribir por horas o un día solo veinte minutos.
18. Eres la voz del programa de radio ‘La hora amazónica’, un portal de cultura y literatura que traspasa las fronteras internacionales. Yo tuve el placer de ser entrevistado por ti en directo hace unos años y reconozco que fue una de las entrevistas más preparadas que me han hecho nunca, no como esta que te estoy haciendo yo a ti, jejeje. ¿qué significa en tu vida la radio y ‘La hora amazónica?
Desde hace meses “la Hora Amazónica” dejó de salir al aire por razones de logística. Como sabes, el director, Freddy Piedrahita disponía gran parte de su tiempo en emitir ese y otros dos programas, pero se hizo cada vez más complicado por el cambio de horario de su trabajo habitual. Tal vez lo retomemos más adelante. Fueron dos años que disfruté enormemente conversando con los amigos escritores.
19. Has asistido como representante del Perú Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras en Taiwan, y como ponente en Amazon Academy en la ciudad de Madrid ¿Te consideras una embajadora de la literatura de tu país en el mundo?
No, de ninguna manera. Creo que hay otras escritoras que pueden hacerlo mejor que yo, pero fui quien estuvo en el momento preciso y gran parte del crédito se lo debo a las redes sociales.
20. Acabamos, como siempre, con nuestra pregunta fija para todos los entrevistados de El quinto Libro. ¿Qué te hace reír y qué te hace llorar cada día?
Río mucho, veo la vida desde un punto de vista muy personal y con la madurez no tomo las cosas tan en serio como antes. No soy de llorar. Pero sí siento ganas de hacerlo cuando veo la miseria que se ha insertado en este hermoso país que escogí para vivir. La miseria humana, la falta de principios, la injusticia social y judicial y la miseria en general que no parece tener fin.
Todo un honor, un privilegio y un placer volver a hablar contigo Blanca. Te deseamos lo mejor.
Encuesta rápida de El quinto libro.
Película preferida: La saga de “El Padrino”
Color preferido: Negro
Libro preferido: Una cuestión de honor, Jeffrey Archer
Animal preferido: El perro.
Comida preferida: El ceviche.
Lugar preferido: Cualquier ciudad interesante. No me atrae el campo.
¿Nos cuentas un chiste?: Eso está bien difícil. Quien sabía contarlos era mi marido.